Vivir con albinismo: discriminación y superstición
Post de Michael Hosea, promotor de los derechos de los jóvenes con discapacidad, especialmente los que tienen albinismo, a través de la red Leonard Cheshire Disability Young Voices.
Nací en Mwanza, la segunda ciudad más grande de la República Unida de Tanzania. Soy el hijo mayor y vivo con mis hermanos y mis progenitores en Dodoma, la capital. En mi familia somos seis hijos, y tengo una hermana y un hermano que también son albinos.
Los inconvenientes que acarrea mi situación dificultan
mucho mi vida. Debo cuidarme siempre del sol, vestirme con
ropa pesada y utilizar mangas largas. También debo usar gafas de
sol para proteger los ojos. Por otra parte, tengo problemas en la
escuela. Hay ocasiones en las que no puedo ver la pizarra y siempre
me tengo que sentar a la sombra.
En este país no hay suficiente tecnología para mejorar la
visión, como gafas, lupas y equipos informáticos especiales, por lo
que los niños albinos afrontan enormes dificultades para
terminar el ciclo de estudios y encontrar trabajo. Como mi
familia es pobre, conseguir el dinero para los gastos de
escolaridad también es complicado.
El trato que nos da la gente dificulta aún más nuestra vida.Existe mucha discriminación contra las personas
albinas y, a veces, echo de menos la compañía de amigos.
Hay gente con creencias horribles sobre nosotros; por ejemplo, que
no somos humanos y no moriremos nunca, o que el albinismo es una
maldición de los dioses y que quien nos toque quedará
maldito.
Lo peor de todo es que quienes practican la brujería nos
persiguen y matan para utilizar nuestro cabello, nuestros órganos y
partes del cuerpo en encantamientos y pociones. Durante siglos,
algunos han creído que si acuden a un médico con partes del cuerpo
de una persona albina se volverán ricos y prósperos.
Aunque es ilegal matar a los albinos, sigue ocurriendo
a causa de la codicia. Pero todo se basa en mentiras, pues
hay gente que ha hecho estas cosas terribles y sus vidas no han
cambiado.
Hace pocos meses, y gracias a un amigo de mi padre,mis hermanos y yo nos libramos de ser asesinados para fines
de brujería. Ese hombre vino a nuestra casa para advertir
a mi padre que sus tres hijos albinos estaban en peligro, y le
suplicó que nos fuéramos de Mwanza.
Si bien esto era difícil, pues la situación económica de mis
progenitores no era buena, empaquetamos todo lo que teníamos y nos
fuimos a las tres de la mañana. Viajamos más de 500 kilómetros
hasta llegar a Dodoma, y dos días después recibimos la noticia de
que unos hombres habían irrumpido en nuestra casa en Mwanza,
buscándonos para matarnos.
Cuando esos individuos se percataron de que habíamos
escapado, irrumpieron en la casa de nuestro vecino. Él era
el representante de las personas albinas de nuestra localidad y
había trabajado arduamente para ayudarnos y promover los derechos
de los albinos en nuestra comunidad. Le cortaron los
genitales y los brazos y lo dejaron allí para que
muriera.
Más tarde recibimos una llamada telefónica de otro vecino, que
nos relató lo que había sucedido. Esa noticia me impactó de tal
modo que lloré mucho, pero ¿qué podía hacer yo? Así son las
cosas.
EDUCACIÓN CONTRA LA DISCRIMINACIÓN
No comprendo por qué hay personas que hacen esto a otros seres
humanos. Yo creo que la educación es la clave para detener
los asesinatos, los abusos y la discriminación. Es
importante que todos –incluyendo a los miembros de mi familia
extensa– sepan que nosotros somos personas iguales a
ellos. Todos somos iguales.
Para escapar de las penalidades de la vida, me gusta cantar y
escribir canciones. Acabo de componer una canción sobre los albinos
y nuestra lucha. Mi sueño es poder grabar mi música en un
estudio algún día y difundir mi mensaje. Rezo para que llegue el
día en que todos los habitantes del mundo entiendan que los albinos
no somos distintos de ellos.
Todos somos seres humanos y merecemos ser tratados con amor y
respeto.