Garantizando una educación de calidad antes y después de la pandemia
El compromiso de UNICEF con la educación de los niños y niñas es total. Por eso, al igual que participamos en la construcción de tres centros de educación infantil en Ruanda para que 6.600 niños pudieran asistir a la escuela, ahora estamos centrando nuestros esfuerzos en garantizar una vuelta segura a las aulas después de los cierres por la COVID-19. Es un reto que, como siempre, podemos resolver gracias a personas como tú.
Dorcas Manishimwe es una de los miles de niños y niñas que tuvieron que abandonar Burundi a raíz de las protestas populares, duramente reprimidas por la policía, que se desencadenaron en 2015 cuando el expresidente Nkurunziza anunció que se presentaría a su tercer mandato en contra del límite fijado por la constitución del país. Estos altercados hicieron que casi medio millón de personas tuvieran que desplazarse a países cercanos como Uganda, Tanzania, Mozambique o, como en el caso de la familia Manishimwe, al campo de refugiados de Mahama, al este de Ruanda.
Lo que ningún miembro de su familia podía imaginarse es que, después de apenas unos años en su país de acogida y tras haber escapado de la tremenda crisis humanitaria que asola Burundi debido al deterioro económico, el hambre y la malaria, en marzo de 2020 iban a escuchar hablar de un virus tan letal como desconocido hasta la fecha, la COVID-19.
Pero la mayor preocupación para una niña de seis años, que poco entiende de virus ni de pandemias, fue el cierre de su colegio. Lo que parecía ser una medida preventiva a corto plazo para evitar la expansión de la enfermedad, se convirtió en casi un año sin que Dorcas pudiera asistir a clase junto con el resto de sus compañeros.
Algunos de los compañeros de Dorcas se preparan para empezar la clase.
Desde que se aprobó en el país la reapertura gradual de las escuelas, en UNICEF estamos trabajando para adaptar los centros educativos a la nueva normalidad, a través de mecanismos de prevención y respuesta frente al coronavirus. Para eso se ha creado un programa de formación para 100 cuidadores y 220 voluntarios de la comunidad en materia de seguridad y salud. Además, en esta iniciativa también estamos incluyendo a los profesores y a los padres, para que sean capaces de trasladar el mensaje en el aula y en casa, haciendo especial hincapié en la inclusión y en la salud mental de los más pequeños.
Gracias al trabajo que UNICEF puede realizar con tu apoyo, estamos garantizando la seguridad de los niños y niñas en los centros de desarrollo: proporcionando equipos de protección individuales, termómetros infrarrojos, mascarillas reutilizables, desinfectantes, geles hidroalcohólicos y jabón para lavarse las manos. Además, los alumnos también utilizan los puntos de lavado que hemos instalado para promover la higiene y las medidas de saneamiento en el campamento. Y, para que los niños puedan seguir disfrutando en clase, hemos equipado los colegios con kits educativos para mejorar el aprendizaje y juegos que favorecen la estimulación desde una edad temprana.
La pequeña Dorcas (de pie) participa activamente en clase.
Dorcas nos recibe en el centro de Desarrollo Infantil Temprano de Mahama llena de orgullo y vistiendo un uniforme escolar reluciente. Cuando la maestra le pregunta qué quiere ser de mayor, Dorcas lo tiene claro: “Quiero ser maestra y cuidar de los niños como haces tú”. Para ella, sus profesores son sus modelos a seguir y quienes le animan a perseguir sus sueños, así que no está dispuesta a desaprovechar esta oportunidad y levanta la mano para responder a las preguntas de la maestra o ayuda a sus compañeros en todo lo que puede. En definitiva, no puede contener la ilusión de volver al colegio ni estar más de cinco minutos sentada en su silla. Con esa actitud, no es de extrañar que la pequeña sea la delegada de la clase.
Esa misma admiración es la que sienten sus padres. Ellos no tuvieron la oportunidad de completar sus estudios, pero tienen la esperanza de que sus cuatro hijos lleguen a lo más alto, como ellos mismos nos cuentan: “Que tengan la oportunidad de estudiar desde una edad tan temprana es una suerte”. Ante la amenaza del cierre permanente de los colegios, Melchior, el padre de Dorcas, nos explica: “Estamos muy agradecidos a UNICEF por haber hecho posible que los centros educativos hayan reabierto de forma segura. Pensábamos que la pandemia iba a hacer que nuestros hijos nunca volvieran a la escuela”.
Además, la vuelta al cole de los niños ha hecho que los padres y madres de la zona no tengan que preocuparse por la seguridad de sus hijos cuando ellos tienen que salir de casa. La reapertura de los colegios no solo implica que los niños de la comunidad de Mahama puedan retomar sus estudios y seguir desarrollando sus habilidades interpersonales, sino que también es una oportunidad para que estén cuidados y protegidos mientras disfrutan del hecho de ser precisamente eso: niños.
Cuando te preguntas cómo estamos invirtiendo tu aportación al programa Unidos por la educación, esperamos que ahora recuerdes la ilusión con la que la pequeña Dorcas ha vuelto a su lugar favorito en el mundo: su escuela.