Un futuro cocinado a fuego lento
Gracias a colaboraciones como la tuya, muchos niños y niñas de Burundi están mejorando la calidad de vida de sus familias a través de proyectos educativos basados en el emprendimiento y en la igualdad.
Imagina por un momento que, para poder preparar la comida de tu familia, tuvieras que recorrer kilómetros en busca de leña, palos y casi cualquier cosa que sirva para avivar las llamas y reducir los tiempos de cocción. Después de recoger la madera, tendrías que cargar con ella hasta casa y cocinar durante horas a la vez que vigilas atentamente que el fuego no se extienda ni provoque un incendio en tu vivienda. Todo ello mientras pierdes horas lectivas en el colegio, o aún peor, abandonando tus estudios. Pues bien, esa es la terrible realidad de muchos niños y niñas en Burundi, un país en el que el 90% de la población vive en zonas rurales y en riesgo de pobreza extrema.
En el considerado uno de los países más pobre del mundo, la mayor parte de las niñas, cuando cumplen 13 años, se ven obligadas a abandonar sus estudios para dedicarse a labores domésticas como ir a por agua, cocinar o, como en este caso, salir a buscar leña para poder cocinar. Por eso desde UNICEF, se está buscando mejorar el acceso a una educación de calidad mediante la metodología STEM (que se encarga de promover los estudios en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) para que los jóvenes del país puedan ayudar a sus comunidades a cocinar de forma segura y sostenible a la vez que completan sus estudios y se labran un futuro profesional.
Todavía hay muchas familias que cocinan en una hoguera rudimentaria, lo que causa un riesgo extremo para la salud debido a la inhalación de humo durante un tiempo prolongado. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, la inhalación de humo provocada por utensilios de cocina en malas condiciones provoca 4.3 millones de muertes prematuras al año, lo que la convierte en un riesgo letal para la salud. Además, es un sistema de cocinado con el que se pueden llegar a consumir varios kilos de leña al día, lo que provoca un gran impacto en los ecosistemas.
Todo eso está cambiando con la creación de un “fogón cohete” por parte de estudiantes de secundaria de la provincia de Rutana, como Jean Baptiste y Gislaine.
A la izquierda, Gislaine recoge leña en un campo a cinco kilómetros de su casa. A la derecha, Seraphine, la madre de Jean Baptiste, nos cuenta que este fogón le ha ayudado a ahorrar mucho dinero en leña.
Estos dos jóvenes, junto con sus compañeros de clase, estaban dispuestos a cambiar los problemas reales del día a día de sus familias con la ayuda de sus profesores. Empezaron por recibir formación en las áreas STEM, lo que les permitió entender el problema de las hogueras tradicionales y pensar en alternativas para encontrar una solución más segura, asequible y comprometida con el medio ambiente.
De ahí surgió la idea de los “fogones cohete”, que se fabrican de la siguiente manera: en primer lugar, se construye una base de ladrillos y se coloca una losa en la parte superior; a continuación, se crea una especie de pasadizo para meter la leña y, finalmente, se cubre la parte superior de los ladrillos con arcilla y ya tendrías tu fogón con forma de cohete listo para cocinar.
"Tenía que ir a buscar leña cuatro veces por semana”, nos cuenta Gislaine. “Pero ahora, con ir una vez a la semana es suficiente. Además, una vez que pruebas este sistema, quieres olvidarte de las hogueras para siempre”. Jean Baptiste, por su parte, afirma que este programa educativo le ha cambiado su forma de pensar: “Estoy muy feliz de ser parte de este proyecto. Cuando vi con mis propios ojos que con un pequeño trozo de leña se podía cocinar en este fogón, me entraron ganas de aprender a construir uno”. De hecho, ahora que se ha corrido la voz, los habitantes de Rutana están deseando probarlo: “Todo el mundo quiere uno. Cuando visite a mis familiares me pondré manos a la obra”, nos confiesa.
A la izquierda, Jean Baptiste, de 17 años, sigue la clase sobre las teorías de los “fogones cohete”. A la derecha, Gislaine y Jean Baptiste aprenden a construir uno de estos fogones.
En un país como Burundi, en el que solo la mitad de los estudiantes consiguen terminar la educación secundaria, el papel de los profesores es fundamental para que los jóvenes entiendan la importancia de recibir una formación de calidad. Néstor, uno de los profesores de ciencia y tecnología del programa, se dio cuenta de que los estudiantes muestran un mayor interés si pueden aplicar sus conocimientos en solucionar los problemas cotidianos de la gente. Por eso, el proyecto de los “fogones cohete” ha resultado todo un éxito, como él mismo nos cuenta: “Los resultados de este trimestre son notablemente mejores que los del primero. Se ve claramente que han disfrutado mucho con este curso y, de hecho, estaban deseando llegar a casa y poner en práctica todo lo aprendido en clase”.
Este proyecto es únicamente la punta del iceberg de todos los avances que estamos consiguiendo gracias a tu aportación a Unidos por la educación. Con historias como esta, puedes comprobar cómo juntos estamos ayudando a que los jóvenes de Burundi puedan construirse un futuro mejor por sí mismos.