10.000 niñas y niños escolarizados gracias a ti 

El programa piloto impulsado por UNICEF para que miles de jóvenes rohingya pudieran continuar el plan de estudios de su país está siendo todo un éxito. Aún queda mucho por hacer, pero es un paso fundamental para garantizar su acceso a la educación.

Imagen de una niña rohingya


Cuando decimos que la crisis de los rohingya es una crisis de la infancia, lo hacemos porque se estima que, del casi un millón de personas refugiadas, más de la mitad son niños y niñas. Jóvenes que no entienden de ideologías, discriminación o identidad nacional, pero que se han visto obligados a escapar de su país de origen con sus familias. Myanmar no les considera ciudadanos por el mero hecho de ser musulmanes, por lo que, ante posibles represalias y episodios de violencia, el pueblo rohingya decidió huir dejándolo todo atrás, incluida la educación de los más pequeños. 

Desde el éxodo masivo de 2017, cuando el ejército intensificó aún más los ataques, los campamentos de refugiados de Bangladesh se han ido llenando de niños y niñas sin esperanza, sin futuro y sin perspectivas de seguir recibiendo una educación de calidad que les permita soñar con una vida mejor. Por ello, en UNICEF decidimos ponernos manos a la obra y elaborar un plan de estudios que corresponda con el currículo nacional de Myanmar para que los refugiados tengan las mismas oportunidades y reciban la misma formación que el resto de los niños de su país. 

Imagen de Rohima Akter

Rohima Akter, de 13 años, está aprendiendo birmano en uno de los centros de aprendizaje gestionados por UNICEF.

Este programa piloto, que está saliendo adelante gracias a personas como tú, empezó en noviembre de 2021 y, desde entonces, ha conseguido matricular a 10.000 niños y niñas del campo de refugiados de Cox’s Bazar, lo que supone un gran avance para toda la comunidad. Las aulas se han convertido en un espacio seguro, donde los niños y jóvenes se sienten protegidos y pueden evadirse durante unas horas de la dura realidad a la que tienen que enfrentarse en sus campamentos de acogida.

Hasta ahora, la mayoría de los niños y niñas han estado utilizando un método de aprendizaje centrado en sus competencias, que cuenta con cuatro niveles de conocimiento y que agrupa en las mismas clases a niños de entre 4 y 14 años. Este sistema se creó como una medida de emergencia para que los jóvenes pudieran volver a las aulas cuanto antes, pero no sigue ningún plan de estudios oficial. Por esta razón, se decidió implantar el currículo nacional de Myanmar, que les permite recibir una educación formal y estandarizada. Además, este programa está llenando un vacío crítico en la educación secundaria, para que aquellos que tuvieron que hacerse cargo de sus hermanos más pequeños o de las tareas del hogar puedan retomar sus estudios.

Imagen de un grupo de adolescentes

Un grupo de adolescentes reciben clases cada día en el aula de educación secundaria.

Se estima que, de los 400.000 niños y niñas rohingya en edad escolar, 300.000 ya asisten a alguno de los 3.400 centros de aprendizaje instalados en el campamento. Lo que significa que aún quedan 100.000 jóvenes que, a pesar de los grandes avances, aún no van a la escuela.

UNICEF está trabajando para concienciar a los niños y a sus familias sobre la importancia de volver a clase y eliminar las barreras que les impiden retomar sus estudios, como el trabajo infantil, el cuidado de otros miembros de la familia o el matrimonio forzado. Además, estamos instalando aulas tanto públicas como privadas que tengan un enfoque de género para que las niñas no se queden fuera de este proyecto, así como contratando profesores y profesoras que permitan a los niños rohingya acceder a una educación estandarizada, equitativa e inclusiva.

Imagen de Sohil

Sohil, de 22 años, es uno de los profesores que trabajan en los centros de aprendizaje de los campos de refugiados.

Necesitamos hacer todo lo posible para dar esperanza a estos niños, brindarles una educación y prepararles para su futuro en Myanmar. UNICEF continuará trabajando con la comunidad de refugiados rohingya, el gobierno de Bangladesh y sus socios hasta que todos los niños refugiados reciban una educación de calidad”, nos explicó Sheldon Yett, representante de UNICEF en el país. Nuestro objetivo es que, en 2023, todos los niños y niñas en edad escolar reciban su formación siguiendo el plan de estudios de Myanmar, por lo que el éxito de este programa piloto está sentando las bases para conseguirlo.

Sabemos que queda mucho por hacer por la educación de los niños y niñas del pueblo rohingya, pero esperamos que este sea solo el primer paso del largo camino que nos queda por recorrer. Allí donde haya un reto para impulsar los derechos de la infancia, habrá un miembro de UNICEF trabajando para conseguirlo. Gracias a tu aportación a Unidos por los rohingya, no nos cabe ninguna duda de que estaremos cada vez más cerca de nuestro objetivo.