Devolviendo el futuro a jóvenes ugandesas
Te invitamos a conocer a Mary, que participa en el proyecto “Proteger a las niñas. Salvar la nación” de UNICEF y que lucha cada día para que las jóvenes ugandesas que acaban de ser madres retomen sus estudios y se conviertan en mujeres independientes.
La pandemia de la COVID-19 sigue teniendo, como todas las crisis, un mayor impacto en las comunidades ya de por sí desfavorecidas. Cuando ocurre cualquier tipo de catástrofe o emergencia, los grandes perjudicados siempre son los mismos: los niños, y en especial, las chicas. Lo que para los jóvenes de cualquier país desarrollado supuso quedarse en casa durante el confinamiento asistiendo a clase de manera online y haciendo videollamadas con sus amigos, para las niñas de Uganda supuso caer en las redes del matrimonio infantil, el embarazo precoz y el abuso sexual, entre otros. La red de protección que supone la educación se desvaneció por completo, dejando a las niñas totalmente indefensas.
Por suerte, contamos con personas como tú, que nos ayudan a financiar el proyecto “Proteger a las niñas. Salvar la nación” que tiene como objetivo proteger a las más pequeñas de cualquier tipo de abuso y garantizar su derecho a recibir una educación que les ayude a convertirse en mujeres independientes el día de mañana. Gracias a esta iniciativa, podemos trabajar para defender los derechos de las niñas, como hace la joven Mary Laido.
Mary, a la izquierda, charla con varias madres jóvenes de su comunidad.
Esta joven ugandesa de 16 años se ha propuesto que ninguna mujer abandone sus estudios después de quedarse embarazada, ¡y va por el buen camino! Ella tuvo la suerte de contar con el amparo de su familia y no tuvo el riesgo de un matrimonio concertado o un embarazo no deseado. Por esa razón, ahora emplea la mayor parte de su tiempo y energía sensibilizando a niñas y adolescentes que no tuvieron esa suerte para que vuelvan a clase después de convertirse en madres.
Asistimos a una de las charlas para concienciar a las jóvenes sobre la importancia de la educación.
Mary forma parte de un equipo apoyado por UNICEF de siete chicas y, de momento, ya han conseguido llegar a cientos de madres adolescentes. De todas ellas, en torno a un 60% ya han aceptado volver a la escuela, pero el resto, aunque les encanta la idea, saben que se enfrentan a un desafío difícil de superar: la reticencia de sus familias y o de los hombres con los que las han obligado a casarse.
Además, hay que contar con otra dificultad añadida: el precio que tienen que pagar por volver a matricularse. Durante nuestra visita, tuvimos la oportunidad de charlar con ellas y conocimos a Martina, quien compartió su historia con el equipo de UNICEF.
Mary y Martina se han convertido en amigas inseparables.
Esta joven huérfana, de 19 años, se quedó embarazada de un músico de la zona, que la convenció para tener relaciones sexuales prometiéndole que se iba a casar con ella, pero nada más lejos de la realidad. Abandonada por el padre de su bebé y sin nadie que pudiera ayudarla a salir adelante, Martina se puso a vender cerveza en el mercado de Kaabong, al norte del país.
Justo dio la casualidad de que Mary coincidió con ella en su puesto de venta ambulante y, desde ese preciso momento, surgió una verdadera amistad entre ellas. Mary la ha convencido para que vuelva a clase, el lugar más seguro para una adolescente.
Mary escucha atentamente las preocupaciones de las madres adolescentes.
Martina es solo una de las 120 jóvenes ugandesas que están poco a poco retomando sus estudios gracias a tu colaboración con Unidos por los derechos de las niñas. Y, como nos cuenta Monica Charick, la gerente del programa, seguro que se convierten en muchas más: “Nuestra iniciativa comenzó en el año 2013, y desde entonces, cada año íbamos superando nuestros objetivos. Sin embargo, la pandemia nos hizo dar un paso atrás, y desde 2020 el número de madres adolescentes va en ascenso. Queda mucho trabajo por hacer”, nos explica.
Desde UNICEF, sabemos que el momento de proteger a las niñas y jóvenes es ahora, por lo que estamos involucrando a todo tipo de agentes del cambio, desde miembros del gobierno de Uganda hasta la policía del distrito, pasando por los padres, madres, profesores y líderes religiosos para que estas mujeres valientes tengan una oportunidad. Entre todos podemos ofrecerles los recursos necesarios para que crezcan en un entorno seguro, porque sin las niñas, no hay futuro.