Cuando todo va a peor… damos lo mejor
Las inundaciones provocadas por el derrumbe de la presa Nova Kakhovka están haciendo que nuestros equipos de ayuda humanitaria multipliquen su esfuerzo y dedicación, algo que nos permite proteger los derechos de la infancia allá donde más nos necesitan.
Hace poco más de un mes, las familias ucranianas de la zona de Jersón fueron testigos de la catástrofe dentro de la catástrofe, la destrucción de la presa Nova Kakhovka. Sumado a las consecuencias de los enfrentamientos, vieron cómo lo poco que tenían era arrastrado por las inundaciones, que destruyeron aldeas enteras y campos de cultivo, dejaron sin luz ni agua potable a decenas de miles de habitantes, provocaron una oleada sin precedentes de evacuados y se cobraron la vida de decenas de personas.
La pequeña Polina estrena el material escolar que le ha proporcionado UNICEF en el centro de acogida.
En esta crisis humanitaria, que ahora también es climática, ya que ha sido calificada por el viceministro ucraniano de Asuntos Exteriores como la peor catástrofe ambiental en Europa desde el desastre de Chernóbil, hay tantas historias como familias afectadas. Sin embargo, todas ellas tienen un denominador común: todas cuentan con el apoyo de UNICEF para volver a empezar de cero gracias a la ayuda de personas como tú. Te invitamos a conocer a tres de estas familias y a descubrir de qué manera estás contribuyendo a que las niñas y los niños ucranianos crezcan felices y en paz.
Halyna, Yeva y Adam
Yeva y Adam se abrazan a su madre en el sofá de su nuevo hogar.
Cada mañana, Halyna se levanta temprano para ir a trabajar a un hospital en la zona de Jersón. La destrucción de la presa hizo que tuvieran que huir de su hogar, y como ella misma nos cuenta, “al principio pensamos que no era necesario, pero cuando bloquearon todas las carreteras y vimos que nos podíamos quedar aislados, decidimos irnos. Teníamos mucho miedo”. La familia espera poder regresar a casa pronto, pero actualmente, Bilozerka sigue sufriendo constantes bombardeos y hay partes que siguen inundadas.
La joven nos cuenta sobre sus planes de futuro, ahora truncados por la guerra.
A Yeva, de 14 años, esta situación le ha cambiado forzosamente sus planes de futuro. Siempre había querido estudiar Derecho, pero la guerra se lo está poniendo cada vez más difícil. “Ya no sé si podré ir a la universidad, porque mis notas han bajado mucho debido a los cortes de luz. Así no hay manera de seguir las clases”, nos explica. Por su parte, el pequeño Adam, de solo 6 años, aún no entiende lo que sucede a su alrededor, pero lo que sí sabe es que este año ha podido celebrar su cumple gracias al apoyo económico que su mamá ha recibido de UNICEF.
Adam ha recuperado la sonrisa y ha podido celebrar su sexto cumpleaños gracias a UNICEF.
A través de esta iniciativa, estamos haciéndole la vida un poquito más fácil a esta familia, ayudándoles a comprar lo esencial para llevar una vida digna. Halyna nos cuenta emocionada el soporte vital que recibe desde UNICEF: “Está llegando un montón de ayuda a los centros de atención humanitaria: colchones, linternas para cuando se va la luz, bidones de gasolina, baterías, estaciones solares… Estoy muy agradecida, porque esta ayuda económica no nos está sirviendo únicamente para darles de comer a nuestros hijos, sino también para ayudarles a cumplir sus sueños”.
Anastasia, Olia, Yura, Andriy, Mykhailo y Mira
El equipo móvil de UNICEF posa junto a la familia de Anastasia.
Su hija menor, que nació hace tan solo cuatro meses, se llama Mira, que se traduce como “paz” al castellano. Sus otros cuatro hijos fueron quienes ayudaron a Anastasia a elegir el nombre. Ella misma nos reconoce que tener que vivir una guerra con tantos niños en casa supone un esfuerzo tremendo: “Sin la ayuda de UNICEF, probablemente no habría podido hacer frente a esta situación, ni financiera ni emocionalmente”, nos confiesa. “Cuando estaba embarazada, un día vi a mis hijos mayores cavando un hoyo en el jardín. Querían construir un búnker para que yo pudiera estar a salvo de los bombardeos. Es muy duro escuchar eso de niños tan pequeños”.
Los hijos mayores de Anastasia nos ayudan con las cajas de ayuda humanitaria.
Han recibido kits de higiene para toda la familia, juguetes, material escolar para sus hijos mayores y pañales para la bebé. El equipo móvil de UNICEF también visita a la familia regularmente para que los pequeños puedan hablar con un psicólogo y que esta situación les afecte lo menos posible. Anastasia nos explica que “estaba muy preocupada por cómo la guerra podría afectar la salud mental de mis hijos. Les intenté convencer de que todo iba a salir bien y de que no tenían por qué tener miedo, pero al final los niños se dan cuenta de todo”.
Andriy nos enseña cómo cuida de los conejos para ayudar en el negocio familiar.
La reciente explosión en la central de Kakhovka, ha provocado un aumento del precio de los alimentos, por lo que la ayuda de UNICEF está siendo clave para que esta familia numerosa pueda tener sus necesidades básicas cubiertas.
Inna, Polina y Kateryna
La joven Polina durante su estancia en el centro Spilno de UNICEF.
Tener que huir de tu propia casa a causa de un conflicto armado es algo durísimo e incomprensible, pero imagínate tener que hacerlo dos veces en apenas unos meses. El año pasado, la familia de Polina, de 9 años, tuvo que hacer las maletas y dejar Jersón para mudarse a Lviv después del estallido de la guerra. Pasados unos meses, decidieron volver a Jersón con la esperanza de que hubieran terminado los bombardeos en la zona, pero ahora son las inundaciones a causa de la destrucción de la presa lo que les ha llevado a tener que huir de nuevo.
Polina y otros niños son recibidos en el centro de acogida de UNICEF.
Nos reunimos con ellas en la estación de tren de Nicolaiev, esperando para coger un tren a Odesa, el que será su tercer destino. Allí, disponen de uno de los centros Spilno financiados por UNICEF donde los niños pueden jugar y participar en actividades educativas y los padres, recibir ayuda económica y kits humanitarios, además de estar en contacto con psicólogos, trabajadores sociales, abogados y educadores.
Allí, tuvimos la oportunidad de charlar con Olesya, una de nuestras colaboradoras en Ucrania, quien nos contó: “Nos reunimos con las familias, les ayudamos a solicitar asistencia financiera, recibimos consultas y les entregamos kits que les serán útiles en el camino: mochilas con linternas, agua, cargadores portátiles y productos de higiene para bebés. Debido a las inundaciones, la gente está muy confundida y necesita ayuda”.
Olesya le entrega a Inna uno de los kits de higiene de UNICEF.
Inna nos cuenta que su hija Polina ya no es la misma desde que estalló la guerra, reconoce que la pequeña ha madurado de golpe y que de mayor quiere ser voluntaria para ayudar a las personas que tengan pasar por una situación parecida a la suya. Todo un ejemplo de resiliencia para ser una niña tan pequeña.
Tres historias y tres familias diferentes, pero las mismas ganas de luchar y de salir adelante para que los pequeños de la casa tengan una oportunidad. Como acabas de leer, Halyna, Anastasia e Inna, son madres que están haciendo todo por sus hijos en el peor contexto posible, no pueden hacerlo solas: nos necesitan a su lado para poder darles a sus hijos la infancia que se merecen. Juntos estamos más cerca de conseguirlo.