El semáforo de la vida
Hace tiempo que no escribo, pero no por falta de cosas contar sino por la intensidad de trabajo de esta época. Aunque unos cuantos viven el relajo de las vacaciones, casi siempre merecidas, otros se enfrentan a un intenso periodo de lluvias y a la escasez de alimentos. Es el caso de los niños y niñas en Mauritania, donde la crisis mundial está patente de una forma u otra. Hace un par de semanas organizamos una campana de detección activa de la malnutrición aguda. Se movilizaron equipos en las 8 regiones del sur del país.
El objetivo: ir en la búsqueda de los niños más vulnerables, los niños malnutridos, los casos severos. Como siempre digo cuando la misión es ir a buscar la peor situación, te encuentras lo que buscas y más. En muchas ocasiones me olvido de que para eso hay que estar preparada mentalmente y cambiar el chip de los barrios chics de la cuidad al de la realidad rural. Los colores: verde, amarillo y rojo, como los de un semáforo, nos ayudan en esta ocasión a encontrar de forma rápida los casos más severos y poder con ayuda del personal sanitario asegurar el tratamiento adecuado. La cinta que mide el perímetro braquial del niño, es decir la circunferencia del brazo, para muchos niños está en el color amarillo y en el rojo. Pero esto sólo es una medición. A lo largo de los 15 días de campaña cubrimos 35.000 niños. De esosdescubrimos 293 casos de niños malnutridos agudos severos (los casos que siempre hemos visto en la televisión en contextos como Etiopia).
Pero como siempre a modo ilustrativo os voy a hablar de un caso. Se trata de un niño de recién cumplidos 6 meses de vida, que debería estar aún “colgado del pecho” de su madre y bien rollizo beneficiándose de las excelencias de la leche materna. Pero este niño vive una situación bien distinta, se encarga de él una hermana mayor (de no más de 12 años) y algún familiar lejano. Su madre lleva por lo menos 2 meses en la capital hospitalizada por enfermedad grave. Así que este niño sin recursos ni beneficio de la leche materna ha sido alimentado de lo que sus próximos podían darle, tenía un peso mínimo el día que yo pasé por Boumbry. Menos mal que el enfermero del pueblo, es un tipo muy activo y con mucho interés. Gracias a él conseguimos poder ocuparnos del niño para mejorar su estado nutricional. Tuvimos que buscar leche terapéutica en el centro de salud más cercano, ya que el puesto de salud del enfermero no dispone de los productos especiales para casos de hospitalización. El niño, que parecía siempre ir buscando algo para meterse en la boca, necesitaba esta oportunidad, acceder a un producto eficaz y asociado a un tratamiento adecuado que le pudiera sacar del círculo en el que estaba entrando. Gracias al enfermero del pueblo y al programa de lucha contra la malnutrición, el semáforo estará en verde para la supervivencia de muchos niños.esto sólo es una medición. A lo largo de los 15 días de campaña cubrimos 35.000 niños. De esos descubrimos 293 casos de niños malnutridos agudos severos (los casos que siempre hemos visto en la televisión en contextos como Etiopia).