Día contra la Mutilación Genital Femenina: sus peores consecuencias
En el Día contra la Mutilación Genital Femenina, te contamos qué efectos tiene esta práctica en la vida de las niñas y mujeres que la han sufrido.
¿De quién son las fotos que tienes en tu mesa de trabajo, en la pantalla de tu móvil o en tu fondo de escritorio? Hijas, hijos, amigos, novias, maridos, padres, abuelas… A todos nos gusta tener cerca la imagen de nuestros seres queridos.
En la región de Afar, en la ciudad de Awash Sabat Kilo, en Etiopía, decenas de pequeñas fotos de niñas de la zona adornan uno de los muros de la asociación local con la que trabajamos. En este caso, las fotos representan algo más: una foto por cada niña que, gracias a nuestro trabajo y el de nuestros aliados, se han librado de la mutilación genital femenina. Cada foto, cada niña, una victoria.
Este 6 de febrero se celebra el Día Mundial para la Erradicación de la Mutilación Genital Femenina y queremos recordar a esas niñas etíopes, pero también, a las 200 millones de mujeres y niñas en el mundo que viven con las consecuencias de haber sido víctimas de ablación. ¿Cuáles son esas consecuencias? ¿Qué han conseguido evitar las niñas de cada foto? ¿Qué tienen que afrontar aquellas que no han tenido la suerte de formar parte de ese muro?
Su salud, en juego: dolor, sangrado e infecciones
La falta de anestesia, de personal médico y de instrumentos esterilizados provoca que el dolor, el sangrado y las infecciones sean solo algunos de los efectos inmediatos de la ablación. Además, la mutilación genital femenina y las condiciones en que se practica puede provocar que las niñas sufran septicemia o tétanos, problemas de retención de orina y puede tener efectos durante el embarazo y el parto, que ponen en riesgo la salud de las madres y sus bebés.
Su mente, alterada: pesadillas, ansiedad, pánico
Para muchas niñas la mutilación genital femenina es un acto que deja una marca psicológica duradera. La experiencia se relaciona con desórdenes psicosomáticos y psicológicos, como alteraciones del sueño, en los hábitos alimenticios, ataques de pánico, pesadillas, ansiedad y dificultad para relacionarse.
Su educación, acabada
La ablación se asocia con el abandono escolar de las niñas por varias razones: en primer lugar, los dolores y el trauma posterior ponen en riesgo la continuidad en la escuela. Además, en muchas culturas la mutilación genital femenina precisa de rituales preparatorios largos y elaborados, incompatibles con seguir asistiendo a la escuela. Y, por último, la mutilación genital es, en muchas culturas, un ritual de paso a la vida adulta, considerando que la niña está lista para casarse y que, por tanto, debe abandonar la escuela.
Su comunidad, más vulnerable
Si las niñas no asisten a la escuela, como consecuencia de la ablación o por cualquier otra razón, sus comunidades pierden. Las niñas tendrán menos opciones de desarrollo en su vida adulta, y si son madres, serán más propensas a tener hijos siendo muy jóvenes, a tener más problemas de salud y menos capacidades para criar de forma adecuada a sus bebés, perpetuando la pobreza de una generación a otra.
Acabar con la mutilación genital femenina es posible y requiere un gran esfuerzo: trabajamos con las comunidades, con los agentes de salud, con los padres y madres, con los gobiernos… Trabajo, trabajo y trabajo. Día tras día, en cada país donde hay una niña en riesgo. ¿Agotador? Tal vez, pero nada comparado con la satisfacción que se siente al añadir una nueva foto a aquel muro en Etiopía. ¿Quieres sentirla?
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