Cuando el destino y la responsabilidad te guían
“Mi padre es mayor y mi madre sobrevive solo si tiene sus medicinas. Yo seré quien les salve".
08/08/2021
“Un día que mi hermano y yo volvíamos de pescar, sin éxito, nos cruzamos una patera y nos acercamos. Nos comentaron que venían a España y negociamos con el jefe de la tripulación para que nos llevara, a cambio le dimos el motor de nuestro cayuco. Viajamos con ellos hasta llegar a Canarias”.
Moussa no pensaba emigrar, pero, según dice, aquel día fue el destino quien decidió. Su padre, muy mayor para trabajar, y su madre, con una grave enfermedad de hipertensión, apenas podían mantenerlos. Abandonó los estudios para ayudarlos, aunque nunca dejó de entrenar al futbol, su pasión.
“A veces te levantas y no hay ni desayuno, porque los padres no tienen medios y a esta edad da vergüenza pedirles dinero. Tengo que apoyarlos. Es muy difícil abandonar a tu familia, pero allí hay mucha pobreza, por eso hice este viaje”.
Un viaje improvisado que casi les cuesta la vida
Moussa y su hermano mayor no iban preparados para el viaje que les esperaba. Sin ropa de abrigo, sin apenas comida, ni agua. El frío se hizo insoportable tras 6 días mojados y a la deriva en el mar. Todos los motores se estropearon menos uno, que apenas tenía fuerzas para mover a tanta gente. “Cuando comenzó a escasear la comida hubo peleas. Las corrientes nos alejaban. En ese momento pensé en mi familia. No les dijimos nada. Creían que estábamos pescando y que nos habíamos perdido. Cuando estábamos a punto de morir de frío y sed llegó Salvamento Marítimo”.
Con enorme inocencia cuenta que pensaba que llegarían a la orilla viendo edificios, playas y restaurantes y que habría buenas personas que los acogerían en sus casas, así que le sorprendió la llegada de Salvamento Marítimo y la atención de organismos humanitarios como Cruz Roja. “Creíamos que, nada más llegar, se conseguía fácilmente trabajo o jugar en un gran equipo de futbol. Cuando estamos en mi país; pensamos que es así de fácil”.
El futbol: su sueño, un trabajo para ayudar a otros, su objetivo
Ahora reside en un centro de protección en el sur de Gran Canaria, junto a otros 51 chicos subsaharianos. Estudian español, pero aún no están escolarizados. Todo alrededor respira pasión por el fútbol, varios chicos compiten en un destartalado futbolín bajo unos árboles. Moussa no tiene rival y nos lo demuestra. En el patio hay hoy una pachanga. Se afanan por marcar en dos pequeñas porterías de colores que ellos mismos han pintado y confeccionado con palé.
Moussa entrena todas las semanas en el cercano campo de fútbol del equipo local, el Club Deportivo Tablero, que cuenta con un equipo en categoría preferente y categorías inferiores donde se cuida la cantera. “Me gusta mucho el futbol y sueño con ser como los grandes jugadores. Sé que tengo talento para llegar lejos”. Estando en el Club se siente algo más cerca del sueño de ser un futbolista profesional pero no olvida que su familia es lo primero. “Yo he venido para ayudar a mi familia. Estudiar y tener conocimientos con el fin de encontrar un buen trabajo. Me gustaría ser un monitor o educador de Cruz Roja para ayudar y asistir a personas que lo necesitan. Es muy difícil en mi país; hay mucha pobreza y da mucha pena. Espero poder trabajar y ganar dinero para ayudar a más personas, hasta donde pueda".
El deporte como forma de integración, el ejemplo de la sociedad canaria
El presidente de El Tablero, José Manuel Ramírez, ha habilitado los horarios de la mañana para que niños de distintos centros de acogida de la zona puedan practicar fútbol en sus instalaciones. Ya son 150.
De Moussa destaca sus condiciones para el fútbol, “sus condiciones físicas y técnicas son muy buenas. En estos momentos no puede jugar oficialmente con el primer equipo porque estamos pendientes de su papeleo para tramitar su licencia”. Pero es su personalidad lo que más destaca “ha demostrado saber estar y tener mucha paciencia, tras cada partido me dice, no se preocupe presi yo llegaré a jugar y ayudaré a tu club. Su perseverancia es un ejemplo, sigue entrenando, luchando por su sueño y mejorado a la espera de que se arregle su documentación”.
Las pruebas de determinación de la edad de Moussa podrían llegar pronto y a lo sumo, en unos meses, cumplirá 18 y deberá dejar el centro en el que reside. Tras ver varias situaciones como esta, Ramírez se decidió a fundar la Asociación Canoa Solidaria para niños ex tutelados. “Uno de los chicos que entrenaba con nosotros cumplía la mayoría de edad y dejó de venir para mi sorpresa”, nos cuenta. La mayor parte de los chicos, al cumplir 18 años, son derivados a centros de adultos, aunque, en algunos casos, acaban en situación de calle.
“Yo no puedo permitir que chicos que tienen una integración, que se ha hecho un trabajo con ellos a través del centro y del deporte, se vayan a quedar tirados en la calle. Por eso fundé la Asociación”, asegura Jose Manuel. Esta asociación para chicos ex tutelados, es un ejemplo más de la solidaridad que ha demostrado la población canaria ante el aumento de llegadas de niños y niñas solos hasta sus costas. “Somos una continuación a ese trabajo hasta que el chico consiga su autonomía personal y su independencia, para que consigan lo que tanto anhelan, que es tener un futuro mejor para ellos y su familia aquí, en nuestro país.”
Moussa es uno de esos chicos que podrá tener una oportunidad. Podrá cumplir el ambicioso objetivo que le hizo dejar su país sin haberlo planeado. “Todo lo que gane lo enviaré a mi madre. Mi padre es muy mayor y ella debe tomar su medicación, es lo que le mantiene con vida. Yo voy a ser quien los salve”.
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