Aumenta el trabajo infantil por primera vez en 20 años
Desde UNICEF pedimos un mayor compromiso de todos los sectores para su erradicación.
10/06/2022
Imran no está juntando papeles para hacer un colorido collage. A sus 11 años trabaja en un taller de reciclaje de papel en Dhaka, Bangladesh. Comienza por la mañana y trabaja hasta el anochecer con un descanso por la tarde a cambio de 3.000 taka al mes –poco más de 30 euros–, que le da a su madre.
La precaria situación financiera de su familia obligó a Imran a comenzar a trabajar a una edad temprana. Antes de la pandemia, su madre trabajaba como empleada doméstica y su padre era conductor de bicitaxi. Pero el confinamiento por la COVID-19 dejó a ambos sin ingresos y empujó a la familia a una situación realmente complicada.
Como Imran, uno de cada diez niños de 5 años o más son víctimas del trabajo infantil. Esto equivale a 160 millones de niñas y niños en todo el mundo, que trabajan en talleres clandestinos, minas artesanales o campos de cacao y algodón, principalmente en África subsahariana, lo cual les quita toda posibilidad de crecer como niños.
Cerca de la mitad, 79 millones, trabajan en condiciones de riesgo para su supervivencia y su salud debido a la trata, el trabajo forzoso o incluso el reclutamiento en grupos armados, entre otras circunstancias.
Adicionalmente, otros muchos otros casos escapan a las estadísticas debido a su naturaleza opaca. Y la problemática se agrava con la infancia más vulnerable como son los niños y niñas con discapacidad, tanto aquellos que nacen con una discapacidad y se ven obligados a trabajar como los que la adquieren a causa del trabajo.
"Solía ir a la escuela antes de la pandemia"
Imran cuenta que él no ha podido continuar con su educación: “solía estudiar en una escuela antes de la pandemia. Pero cuando comenzaron los confinamientos, mi familia tuvo que irse al pueblo y mi padre enfermó, así que tuve que empezar a trabajar de nuevo para mantener a mi familia”. Más del 25% de los niños de 5 a 11 años en el mundo no puede seguir con sus estudios por culpa del trabajo, lo que les resta oportunidades en la vida.
La crisis social y económica que nos ha dejado la COVID-19, sumada al cierre de las escuelas, ha empujado a los niños a las calles, y también a las niñas, que lejos de sus familias, migran del campo a la ciudad para realizar tareas domésticas, una situación de vulnerabilidad en la que pueden acabar sufriendo amenazas y violencia.
Llevábamos 20 años de avances significativos en la disminución del trabajo infantil, pero desafortunadamente se han estancado. Esta tendencia se ha invertido en los últimos años y cada vez más niños y niñas trabajan: 8,4 millones más desde 2016.
De hecho, se estima que, sin estrategias de mitigación, el número de niños en situación de trabajo infantil podría aumentar en 8,9 millones para finales de 2022, debido, en gran parte, al aumento de la pobreza, la pérdida de empleos y la reducción de ingresos de los hogares.
En UNICEF trabajamos para proteger a estos niños y niñas, desde la prevención de todas las situaciones de trabajo infantil a la respuesta a sus necesidades más directas: con ayudas económicas para las familias, iniciativas de concienciación en las comunidades, empresas y gobiernos, fortaleciendo los sistemas de protección social y reforzando los sistemas educativos.
La escuela es la mejor y más sólida estrategia de prevención contra el trabajo infantil. No ir a la escuela deja a los niños expuestos a una mayor vulnerabilidad y a un futuro muy incierto.
Comprometidos con la eliminación del trabajo infantil
Desde UNICEF España reafirmamos nuestro firme compromiso con la eliminación de todas las formas de trabajo infantil. Como parte del Grupo de Infancia y Cooperación estamos trabajando para que la Cooperación Española ponga en el centro de sus esfuerzos la garantía de los derechos de niños y niñas, reforzando los esfuerzos para la eliminación del trabajo infantil.
Además, en UNICEF trabajamos con aliados del sector privado para la integración de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en las políticas y estrategias corporativas con extensión a toda su cadena de suministro.
Así, tomando el marco de los Derechos del Niño y Principios Empresariales, promovemos procesos de debida diligencia y el establecimiento de políticas favorables a la familia en el entorno laboral y del trabajo decente con el fin de que las familias no recurran al trabajo infantil.
La importancia del apoyo de las empresas
Las empresas desempeñan un papel fundamental a la hora de transformar positivamente la vida de los niños y niñas y contribuir a eliminar el trabajo infantil.
Las organizaciones empresariales tienen el potencial de ser agentes de cambio para abordar esta problemática a tres niveles, tal y como hemos señalado recientemente en nuestro informe para líderes empresariales elaborado junto al Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD):
- Integrando los derechos de la infancia en la estrategia empresarial, así como en las actividades, procesos, decisiones y relaciones.
- Invirtiendo en la capacidad de la empresa para abordar y prevenir el trabajo infantil y en la resiliencia de la comunidad local.
- Inspirando a otros actores tanto internos como externos y a sus grupos de interés (socios, proveedores, inversores, accionistas, clientes, homólogos sectoriales, gobiernos, autoridades locales, entre otros).
- Adicionalmente, trabajando en alianza con gobiernos, organismos multilaterales, sociedad civil y comunidades para la búsqueda de soluciones sostenibles a las causas subyacentes del trabajo infantil y para impulsar programas de fomento del empleo juvenil, de desarrollo de competencias y de oportunidades de formación laboral para jóvenes trabajadores, mayores de la edad mínima legal para trabajar.
Se deben atajar las causas del problema
Es importante tener presente que trabajar a favor de la eliminación del trabajo infantil va más allá de impedir el acceso de niños, niñas y adolescentes a un puesto de trabajo y poner fin a la explotación laboral.
Implica, también, trabajar desde una perspectiva amplia para garantizar que sus derechos fundamentales se desarrollen de forma plena, que cuenten con oportunidades para potenciar su talento y creatividad, ofreciéndoles entornos seguros en los que puedan disfrutar de su infancia, así como acceso a herramientas para su aprendizaje y educación. Es decir, se deben atajar las causas del problema.
Porque no debemos olvidar que el trabajo infantil sigue siendo una realidad inaceptable para millones de niños y niñas en muchas partes del mundo. Los datos sobre el retroceso de los últimos años nos obligan a trabajar juntos para acelerar los esfuerzos y poner fin a esta situación, cumpliendo así con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que nos marca la Agenda 2030.
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