En aislamiento, la conciliación es cosa de todos
La situación actual de confinamiento por la pandemia del coronavirus, nos obliga a adaptarnos a un nuevo escenario
"Conciliar: Conformar, hacer acordes o compatibles dos o más elementos que son o parecen contrarios."
En estos días, muchas familias están en casa, en una situación insólita, en la que todos podrán interactuar de manera diferente, aprenderán cosas nuevas o, en algunos casos, desaprenderán algunos de los anteriores hábitos y costumbres. El balance final puede tener elementos muy positivos, pero quizás también negativos y, en gran medida, dependerá de la capacidad de todos (pequeños y grandes) para adaptarse a la situación, apoyar a otros y conciliar nuestras diferentes responsabilidades, necesidades y expectativas.
En tiempos de aislamiento social, todos los miembros de la familia juegan un papel fundamental para poder conciliar mejor. La edad no es un problema: en la medida de nuestras capacidades, todos podemos aportar, ya sea ayudando a los demás, evitando que se sobrecarguen de tareas o dando ánimos. Todos tenemos una oportunidad única para fortalecer el vínculo familiar. Sin embargo, hacerlo mientras intentamos atender nuestras obligaciones laborales, académicas y domésticas, puede suponer un reto enorme. Se podría decir que la conciliación ya no es lo que era antes de esta crisis y necesitamos abordar aspectos nuevos o reenfocar otros que quizás antes veíamos de manera diferente, por ejemplo:
- Compaginar el teletrabajo y la educación a distancia o, más difícil todavía: abordar el cierre de los centros educativos en un hogar donde los adultos trabajan en servicios esenciales y no permanecen en casa gran parte del tiempo.
- Conciliar trabajo, estudios, tiempo libre y tareas domésticas: establecer rutinas, responsabilidades y horarios para compartir el peso del mantenimiento del hogar entre todos, incluidos los más pequeños.
- Llevar a cabo el seguimiento de las tareas escolares a distancia en un hogar donde no hay ordenadores, conexión a internet o una tablet o smartphone a disposición de los estudiantes.
- Buscar alternativas de apoyo educativo en hogares donde los adultos no pueden hacer el seguimiento de las tareas, bien por su nivel de estudios o para que los niños presentan necesidades educativas especiales.
- Mantener las rutinas familiares cuando un miembro de la familia ha contraído el virus y se encuentra aislado dentro del domicilio, especialmente en casas muy pequeñas.
- El cuidado de los niños y niñas cuando sus padres o cuidadores se enferman y su protección, si es necesario que sean ingresados en un hospital.
El peso de estos nuevos retos de conciliación no puede recaer sólo sobre las familias. Algunas cosas, como las tareas domésticas o el apoyo escolar, se pueden repartir entre sus miembros, pero otros suponen un nuevo esfuerzo por lo que hay que estar preparado y puede ser difícil. Las familias necesitan apoyo de las instituciones educativas, los servicios sociales o de las empresas donde trabajan los adultos.
¿Qué apoyo podemos dar desde el centro educativo?
El papel de la escuela como agente comunitario es especialmente importante en momentos de crisis. La escuela es un entorno de enseñanza-aprendizaje, pero también es un lugar de socialización y protección de la infancia, un centro de trabajo y un vínculo entre la comunidad escolar y el municipio, los servicios sociales, las asociaciones o las empresas locales . Aprovechar este potencial que tiene la escuela para conectar a diferentes agentes clave en favor de la infancia puede ser fundamental para ayudar a las familias más vulnerables en esta situación
Algunas iniciativas que ya están teniendo lugar en muchas localidades tienen una relación directa con la protección de los derechos de la infancia. Por ejemplo:
- Supervisión nutricional del alumnado que dependía de becas comedor.
- Coordinación con plataformas de apoyo vecinal para la atención del alumnado más vulnerable a través de educadores sociales.
- Contacto con los servicios sociales y la policía municipal para hacer seguimiento de la situación familiar del alumnado en riesgo de desprotección.
- Provisión de metodologías alternativas para el alumnado falto de ordenador o conexión a Internet a fin de que no pierdan el ritmo.
Pero esta es una situación tan nueva que las mejores soluciones quizás aún están por llegar. ¿Tienes ideas para impulsar el derecho a la educación en estos tiempos inciertos? Puedes compartirlo en redes con el hashtag #educaCOVID19
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La COVID-19 está teniendo un impacto muy importante en derecho a la educación de millones de estudiantes, en los docentes y centros educativos y en las familias. Se requieren soluciones innovadoras, recursos y tiempo, pero también paciencia y buena voluntad. Juntos podemos superar este bache educativo y convertirlo en una oportunidad de aprendizaje. ¡Hagamos que todo salga bien!