Apoyo a la infancia de Gaza
Las hostilidades, que se desarrollaron desde el 27 diciembre de 2008 hasta el 18 enero de 2009, han tenido graves efectos económicos, sociales y psicológicos para los habitantes de Gaza. Muchos niños y niñas fueron testigos de la muerte de sus padres, hermanos y amigos. Todos los cruces fronterizos quedaron clausurados, de manera que los niños y sus familias no pudieron alejarse ni refugiarse de la violencia. UNICEF y sus aliados trabajan para que la infancia de Gaza se recupere de las secuelas físicas y psicológicas
Las ventanas de la pequeña vivienda donde Mona, de 17 años, vive con sus padres y sus cinco hermanos menores, están cubiertas de láminas de plástico. Aunque la casa sufrió graves daños durante elconflicto en Gaza que finalizó en enero de 2009, lo que más siente la familia no es la rotura de los cristales de las ventanas ni las grietas en las paredes sino una pérdida mucho más grave. En enero de 2009, Mona perdió una pierna cuando el refugio en el que permanecía con su familia fue alcanzado por un proyectil durante los intensos bombardeos aéreos contra Gaza. Obstáculos para la seguridad
"Nos asustamos mucho cuando escuchamos las explosiones de losbombardeos, que hicieron temblar la casa", comenta Mona. "Creímos que se nos iba a caer la casa encima, y por eso nos trasladábamos de una habitación a otra, aunque no sabíamos cuál era la más segura".
Cuando el bombardeo adquirió gran intensidad, Sallah, el padre de Mona, decidió que era hora de abandonar la vivienda.
"Toda la familia estaba aterrada, y los niños no paraban de gritar. No sabía qué hacer para calmarles", dice Sallah al rememorar aquellos días aterradores de enero. Tras refugiarse en una serie de viviendas durante varios días sin encontrar nunca un lugar seguro para los niños, la familia buscóalbergue en un refugio del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas.
Diez días en un refugio
Mona y su familia pasaron 10 días en ese refugio. Una madrugada, escucharon una potente explosión a corta distancia, y momentos después la habitación donde se encontraban Mona, su madre, su tía y sus hermanas fue alcanzada por un proyectil de artillería. Mona recuerda que se sintió mareada, vio que la habitación se llenaba de humo y escuchó a la distancia los gritos de su familia, que creía que la niña había muerto. El padre de Mona la transportó hasta un hospital donde los doctores le amputaron la pierna a la altura de la rodilla.
Alrededor de una tercera parte de los muertos y heridos durante las hostilidades han sido niños y niñas. Según datos oficiales, 431 niños y niñas murieron y 1.872 sufrieron lesiones y heridas.
Se calcula también que un 30% de las personas heridas, entre ellas 560 niños como Mona, sufrieron lesiones graves que, de no recibir tratamiento adecuado de rehabilitación, podrían condenarles a la discapacidad.
"Viviamos felizmente"
El conflicto causó otras heridas que son menos evidentes. Sara, de 12 años de edad, recibe ayuda del Centro Palestino por la Democracia y la Resolución Pacífica de los Conflictos, que cuenta con el apoyo de UNICEF y la Oficina Europea de Ayuda Humanitaria de Emergencia, que depende de la Comisión Europea.
"Antes de la invasión, vivíamos una existencia feliz. Teníamos un jardín muy bonito donde yo y mis hermanos y hermanas solíamos jugar. Tras la guerra, ese jardín ha desaparecido", apunta Sarah. "Desapareció al igual que todo lo que había en él, y en su lugar hay destrucción. Ahora nuestra vida es un infierno lleno de tristeza".
Sin embargo, Sarah ha comenzado a superar la sensación de pérdida gracias a la orientación que recibe, ya que ha vuelto a jugar con sus amigos y amigas. "Cuando llegué al Centro, descubrí que todos mis amigos estaban allí", comenta Sarah. "Mi vida ha cambiado, ha mejorado. Es que aquí puedo compartir mi dolor con mis amigos".
Despertar a una nueva realidad
En el caso de Mona, el apoyo de su familia, sus amigos y la comunidad le ayudó a superar el enorme dolor que sentía cuando estaba internada en el hospital. "Cuando puedo hablar con otras personas, me olvido de mi situación y me siento mejor de inmediato", explica. Mona también ha recibido orientación en el Centro Palestino por la Democracia y la Resolución Pacífica de los Conflictos. Además, puede llamar a una línea telefónica gratuita de emergencia que recibe apoyo de UNICEF. "Cuando hablo con alguna de las personas de guardia en esa línea telefónica puedo dar rienda suelta a todos mis sentimientos y emociones, y descargar mi angustia", afirma.
Mona también puede manifestar sus emociones y recuperar una mayor sensación de normalidad cuando recibe en su hogar la visita de una orientadora del Centro. La orientadora le ha recomendado que tenga paciencia porque, debido a su situación, Mona deberá posponer sus sueños de ir a la universidad hasta que pueda recibir el tratamiento de rehabilitación que requiere. En Gaza, el acceso a los establecimientos médicos está plagado de restricciones y ya no es posible remitir pacientes fuera de las fronteras del Territorio Palestino Ocupado, así que Mona y muchos otros niños y niñas en su situación tienen por delante un futuro incierto.