"Estaba enfermo y no quería comer. Ahora no quiero rendirme"
Un modelo comunitario de atención a la salud mental produce cambios positivos entre los niños y adolescentes en Perú.
19/10/2021
A sus 14 años, Andre* se considera un joven abierto y que se sabe adaptar a nuevas circunstancias. Sin embargo, hace dos años, su madre, Roxana*, recibió una llamada de la escuela de Andre que la dejó muy preocupada.
“Andre estaba debajo de una mesa, llorando y diciendo que ya no quería seguir viviendo"
En ese momento, Roxana supo que su hijo necesitaba ayuda, pero ella y Andre viven en el norte de Lima, donde comparten una pequeña habitación en la casa de una tía, y tanto los hospitales como las clínicas privadas están muy lejos o son muy caras para ellos.
Decidieron visitar un centro de salud local que les proporcionó un seguro público de salud y les refirió a un Centro Comunitario de Salud Mental en Carabayllo, un trayecto de unos 10 minutos en autobús desde su casa.
Este centro está alojado en un estadio municipal que están reutilizando y cuenta con un equipo multidisciplinar que incluye psiquiatras, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales y personal de farmacia. El centro proporciona servicios para prevenir los problemas de salud mental y malestar emocional, al igual que atención especializada a personas que padecen esos problemas de manera moderada o severa, incluyendo niños y adolescentes.
El diagnóstico: ansiedad y depresión
En el centro comunitario los profesionales diagnosticaron a Andre con ansiedad y depresión vinculadas, en parte, a la separación de sus padres. Le prescribieron un antidepresivo y lo enviaron a la consulta de un psicólogo, un psiquiatra y un trabajador social para obtener la terapia que necesitaba.
“Preparamos un plan integral para ayudarlo a entender y gestionar lo que le estaba pasando", cuenta Yesica Chambilla, la psicóloga. "Le dimos las herramientas para que pudiera hacer sus propios cambios".
El centro de salud mental también le ofreció ayuda a Roxana, para guiarla en el proceso, ya que juega un papel muy activo en la atención de su hijo.
Atención comunitaria para tratar la salud mental
La atención integral es parte del modelo de atención comunitaria a la salud mental en Perú. Este modelo se centra en ofrecer servicios a nivel de la atención primaria de la salud, cerca de donde viven las familias, donde también pueden acceder a la red de apoyo de sus comunidades.
Este modelo basado en la comunidad se instauró como respuesta a la brecha que existía entre las necesidades y la disponibilidad de servicios de salud mental en Perú. En 2013, el Ministerio de Salud en Perú estimó que 1 de cada 5 personas tenía problemas de salud mental y malestar emocional. Además, afirmó que solo 1 de cada 5 de esas personas recibían la atención que necesitaban. En aquel momento, la atención de la salud mental en Perú se concentraba en tres hospitales en Lima.
Inspirados por la necesidad, el gobierno de Perú llevó a cabo una serie de reformas para extender la atención comunitaria, añadiendo la cobertura de la salud mental al seguro de salud nacional y estableciendo un presupuesto basado en los resultados en salud mental que ayudó a aumentar el gasto público. En 2019, Perú aprobó una nueva ley sobre salud mental.
La COVID-19 pone a prueba los servicios comunitarios
En el año 2020, junto a UNICEF, el Ministerio de Salud desarrolló una encuesta que concluyó que un tercio de los niños, niñas y adolescentes en Perú tuvieron dificultades socioemocionales durante la pandemia. Los 106 días de confinamiento, desde el 16 de marzo al 30 de junio, provocaron que muchos adultos, como Roxana, perdieran su empleo de forma temporal. Los niños y jóvenes, como Andre, se tuvieron que confinar en sus casas. Todo ello incrementó la demanda de servicios de salud mental.
Para dar una respuesta, el Ministerio de Salud facilitó una línea telefónica gratuita para atender problemas de salud mental de los adolescentes y sus familias. Desde diciembre de 2020 hasta abril de 2021, el teléfono llegó a 821 personas que estaban luchando con la ansiedad, depresión y problemas familiares, el 48% de ellos eran adolescentes.
“Si miramos adelante tenemos dos desafíos importantes”, comentó el Dr. Yuri Cutipé, ministro de Salud. “El primero, continuar extendiendo los servicios comunitarios y garantizar la misma calidad en todo el país; y el segundo, desarrollar programas específicos para las poblaciones vulnerables".
Para Andre, el confinamiento fue estresante, pero pudo hablar por teléfono continuamente con su psicólogo. También pudo pasar más tiempo con su madre, a quien habitualmente solo podía ver por las noches cuando ella volvía de trabajar.
Más de un año después de su primera visita al centro, Andre ya necesita menos medicación y experimenta cambios muy positivos. “Antes de venir al centro, las cosas estaban muy mal", dice Andre. "Sentía que estaba enfermo y no quería comer. Ahora estoy mucho mejor y no quiero rendirme".
En todo el mundo, 1 de cada 7 adolescentes de 10 a 19 años tiene un problema de salud mental diagnosticado. Desde UNICEF pedimos medidas urgentes como una mayor inversión en salud mental y bienestar emocional de los niños, niñas y adolescentes.
*Andre y Roxana son nombres ficticios para proteger sus identidades.
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