El poder del deporte en la transformación de la vida de los niños

Tres niños de países diferentes cuentan su vivencia personal desde que comenzaron a practicar el fútbol en su comunidad. El deporte les ha cambiado la vida y los ha convertido en personas más seguras con ganas de aprender y de luchar por sus derechos.

Para UNICEF el deporte es un valioso instrumento de educación para la paz y en valores, ya que fomenta el trabajo en equipo, la solidaridad y el respeto por las normas.

En los países donde los niños sufren pobreza, enfermedades o conflictos armados, la práctica de deportes como el fútbol y la educación física estimulan su reinserción escolar y el desarrollo social, y constituyen una excelente herramienta de ayuda para su adecuada evolución física y emocional.

El artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño aprobada por la Asamblea de Naciones Unidas de 1989, reconoce el derecho del niño al descanso, al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas, así como su derecho a participar en la vida cultural y artística. 

Tshepo Mashego, Sudáfrica

Tengo 14 años y soy de Thubelihle, a las afueras de Witbank. Voy al colegio al Instituto local, donde la mayor parte de las ventanas están rotas.

En nuestro colegio, no solía haber deporte hasta que llegó Lebo Mtshweng. Trabaja como voluntario en SCORE, que es la organización que trabaja por el desarrollo de la comunidad a través del deporte, junto con UNICEF. Muchos niños solían tener poca confianza en sí mismos antes de que empezáramos a jugar al fútbol, pero ahora creen mucho más en ellos mismos.

A mis amigos y a mí nos encanta el fútbol. El deporte nos hace sentir fuertes y nos ayuda en muchas áreas de nuestra vida. Cuando juego al fútbol, me tengo que concentrar y eso me ha enseñado cómo concentrarme en clase.

Mi amigo Kenneth es tres años mayor y juega al fútbol también. Conoce a muchos niños con los que ha crecido, que han terminado abusando del alcohol y las drogas. El fútbol me ha dado un propósito en la vida y me ha ayudado a no meterme en problemas.

 Ander Vasquez, Honduras

Tengo 14 años. Vivo con mi familia en Villanueva, un barrio en Tegucigalpa que es conocido por la existencia de pandillas violentas. Mi vida ha cambiado mucho desde que he participado en Fútbol para la Vida. Se trata de una iniciativa que pusieron en marcha en 2002 UNICEF , Ricardo Álvarez, el Presidente de la Comisión Nacional para las Instalaciones Deportivas, y Héctor Zelaya. Héctor fue el primer hondureño en marcar un gol para nuestro país en la Copa Mundial de 1982. Es un héroe nacional.

Creo que Fútbol para la Vida nos muestra cómo jugar al fútbol puede cambiar la vida de los niños. El programa nos enseña valores morales y éticos. Nos enseña a no meternos en drogas, ni en alcohol ni en las bandas y nos anima a seguir en el colegio. Ahora estudio más porque necesitas buenas notas para formar parte de Fútbol para la Vida. Antes de participar en el programa, mis amigos y yo solíamos vagar por las calles descalzos. Pero ahora todo lo que hacemos es jugar al fútbol.

 Yo creo que nuestro barrio se ha convertido en un lugar mejor. Solía ser uno de los peores vecindarios en Honduras, pero ahora es diferente y hay menos criminalidad. Mi padre también piensa que practicar deporte me ha dado una nueva ambición.

 Eric, Costa de Marfil

Tengo 13 años. Vivo con mi madre en Bondoukou en el noreste de Costa de Marfil. En Bondoukou, muchos de mis amigos nunca fueron registrados al nacer y no van a la escuela, sobre todo las chicas. A esos compañeros que no tienen el certificado de nacimiento no les permitieron examinarse para obtener el Certificado de Educación Primaria.

UNICEF y la Federación de Fútbol de Costa de Marfil organizaron un torneo de fútbol del 12 al 16 de mayo para chicos y chicas de entre 7 a 17 años. Jugamos al fútbol con 300 niños y aprovechamos para mandar un mensaje sobre nuestros derechos a los adultos. Tuve la oportunidad de decirles a los padres que debían registrar a sus hijos al nacer en el ayuntamiento y matricularlos en el colegio.

Derechos de la infancia en el deporte
Si tuviéramos que destacar algo de lo que aportará el deporte en este siglo además de los títulos conseguidos, las marcas batidas, los aficionados emocionados, las inversiones realizadas, la cobertura informativa efectuada, etc., sería, sin duda, su contribución al desarrollo de las personas y de las sociedades.

Si éstas se entregan a cambios cada vez más complejos y vertiginosos, en los que se unen las enormes posibilidades de interconexión entre todos los puntos del planeta junto con el agravamiento de algunas de las injusticias más flagrantes, el deporte no puede permanecer ajeno y deberá integrar junto con el avance de sus disciplinas y métodos la decisiva contribución social en la construcción de un mundo apropiado para la infancia. Y este no puede ser otro que aquel en el que los derechos de la infancia se vean cumplidos en cada niño y en cada niña del planeta. Salud, convivencia y solidaridad, un gran reto para el deporte del siglo XXI.