¿Cómo alimentamos a los niños y niñas en su etapa más crucial de crecimiento?
Según el último informe de UNICEF, los niños menores de 2 años no reciben los nutrientes que necesitan para crecer de manera adecuada y esto provoca daños irreversibles en su desarrollo.
23/09/2021
La situación no es alentadora: millones de niños y niñas, muy pequeños, reciben una alimentación que los predispone al fracaso, una ingesta insuficiente de nutrientes que les puede causar un daño irreversible, a nivel físico y también cognitivo.
De los 6 a los 23 meses de vida es la etapa más crucial de su crecimiento, cuando presentan los mayores riesgos en torno a su desarrollo, y poco se ha avanzado en este sentido en los últimos diez años. De hecho, las actuales consecuencias de la COVID-19 podrían empeorar mucho la situación.
Hoy lo ha recordado nuestro embajador Pau Gasol en su emocionante intervención ante los líderes políticos presentes en la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios de Naciones Unidas.
La mitad de los niños menores de 2 años se alimenta de forma inadecuada
El informe de UNICEF ¿Una alimentación para el fracaso? La crisis de la alimentación infantil en los primeros años de vida analiza la situación en 91 países y estas son las principales conclusiones:
• La mitad de los niños de entre 6 y 23 meses se alimentan diariamente con el mínimo de comidas recomendado.
• Solo 1 de cada 3 niños consume una alimentación lo suficientemente variada, necesaria para su desarrollo.
• Los niños de 6 a 23 meses que viven en zonas rurales o en hogares pobres tienen muchas más probabilidades de recibir una alimentación deficiente.
¿Cuáles son las causas de esta crisis nutricional?
La pobreza, la desigualdad, los conflictos, las catástrofes relacionadas con el clima y las emergencias sanitarias, como la pandemia de la COVID-19, están contribuyendo a provocar esta crisis nutricional entre los niños de más corta edad.
En este sentido, a medida que la COVID-19 sigue alterando la prestación de los servicios más básicos y aumenta el número de familias en situación de pobreza, la forma en que las familias alimentan a sus hijos se ve aún más perjudicada.
Las secuelas podrían manifestarse durante el resto de sus vidas
Una ingesta insuficiente de los nutrientes que se encuentran en las verduras, las frutas, los huevos, el pescado y la carne, todos ellos necesarios para apoyar el crecimiento a una edad temprana, agravan el peligro que corren los niños y niñas de sufrir deficiencias en su desarrollo cerebral y su aprendizaje. Los niños están en un rápido proceso de crecimiento, lo que repercute en su escolarización, sus perspectivas laborales y su futuro.
También aumenta la vulnerabilidad de su sistema inmunológico y la posibilidad de padecer infecciones que podrían provocarles la muerte.
Estos niños son los más vulnerables a todas las formas de malnutrición, (retraso en el crecimiento, emaciación, deficiencias de micronutrientes y sobrepeso y obesidad) como resultado de una alimentación deficiente, ya que necesitan una mayor cantidad de nutrientes esenciales por kilogramo de peso corporal que en cualquier otro momento de sus vidas.
A nivel mundial, UNICEF calcula que más de la mitad de los niños menores de 5 años con emaciación –unos 23 millones de niños– son menores de 2 años, mientras que la prevalencia del retraso en el crecimiento (o desnutrición crónica) aumenta rápidamente entre los 6 meses y los dos años, ya que la alimentación de los niños no se ajusta a sus crecientes necesidades en materia de nutrición.
No afecta a todo el mundo por igual
No todos los niños y niñas están en la misma situación. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, casi dos tercios (62%) de los niños de 6 a 23 meses se alimentan con un régimen alimentario mínimamente diverso, mientras que en África Oriental y Meridional (24%), África Occidental y Central (21%) y Asia Meridional (19%), menos de uno de cada cuatro niños pequeños recibe una alimentación mínimamente diversa.
En 2020, la proporción de niños alimentados con el mínimo de grupos de alimentos recomendados era dos veces mayor en las zonas urbanas (39%) que en las rurales (23%).
Es necesario invertir en todas las regiones para garantizar que todos los niños y niñas se beneficien de un régimen alimentario variado, que les permita prevenir todas las formas de malnutrición y crecer, desarrollarse y aprender hasta alcanzar su máximo potencial.
La Cumbre de Sistemas Alimentarios: una nueva oportunidad
Esta semana se celebra la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU y nos ofrece una importante oportunidad para unir fuerzas y sentar las bases de unos sistemas alimentarios mundiales que permitan a todos los niños y niñas recibir una alimentación nutritiva, sana y asequible.
Junto a nuestro embajador y Defensor Mundial para la Nutrición y el fin de la Obesidad Infantil, Pau Gasol, hacemos un llamamiento a los gobiernos, donantes, organizaciones de la sociedad civil y agentes del desarrollo para que trabajen conjuntamente en la transformación de los sistemas de alimentación, salud y protección social, tomando medidas tan esenciales como:
• Aumentar la disponibilidad y asequibilidad de alimentos nutritivos –incluyendo frutas, verduras, huevos, pescado y alimentos enriquecidos– incentivando su producción, distribución y venta al por menor.
• Aplicar normas y leyes nacionales para evitar que los niños pequeños consuman alimentos y bebidas procesados y ultraprocesados poco saludables, y poner fin a las prácticas de comercialización perjudiciales dirigidas a los niños y las familias.
• Aumentar la aceptación de los alimentos nutritivos y seguros por medio de mensajes en medios de comunicación, con el fin de llegar a los padres y a los niños y niñas con información coherente y fácil de entender.