La vida tras el terremoto en una localidad de Java, Indonesia

Una línea de casas de ladrillo a lo largo de una colina de exuberante vegetación, esa es la pintoresca localidad de Nogosari, en java Central. Pero el 27 de mayo, a las 5:55 de la mañana, la tranquilidad de Nogosari fue interrumpida de repente. El terremoto de 6,2 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro estaba a pocos kilómetros de esta población, la elevó violentamente para luego dejarla caer, convirtiendola en poco más que un montón de escombros. Los camiones con suministros de emergencia de UNICEF llegan a esta remota localidad para permitir a los vecinos salir adelante y recuperar algo de esperanza

Cerca del 75% de los hogares de Nogosari han sido destruidos, y tres de cada cuatro personas han sufrido, como mínimo, heridas leves. Son afortunados en tanto que han evitado la muerte. Pero esto no significa que sus vidas no fueran destruidas en la mañana del trerremoto.

Nogosari está ahora rodeada de camas de bambú y cuerda, en las que los más mayores de la localidad descansan bajo el sol. Una señal rápidamente garabateada anuncia los horarios de una cocina improvisada. La localidad, al sureste de la ciudad de Bantul, seriamente afectada por el terremoto, ha sufrido un gran impacto. Pero los suministros de UNICEF han estado llegando durante varios días, trayendo alguna ayuda y nuevas esperanzas.

Como parte de su respuesta global a la crisis, UNICEF comenzó, apenas 48 horas después del seísmo, una serie de envíos de emergencia a la localidad, proporcionando agua potable, equipos de higiene familiar, lonas y equipos de cocina.

La infancia en peligro

 

Rianti, de 25 años, ayuda a los voluntarios reuniendo a sus vecinos para que reciban los equipos de higiene. Mientras sostiene a su hijo de cuatro años, dice “Los niños aún están muy asustados. Tengo que mecer y calmar a mi hijo continuamente, incluso durante el día, para que pueda permanecer tranquilo y sentirse seguro”

“Pero gracias a Dios que estamos vivos y nuestras heridas no son de gravedad”, continúa. “Durante los dos primeros días apenas teníamos nada con lo que salir adelante. Subsistíamos sólo con mandioca y raíces secas del campo. Pero ahora estamos recibiendo ayuda. Nos traen agua para beber, nmedicinas, fideos y azúcar”

Más de 6.000 personas han muerto en Java central y más de 30.000 han resultado heridas por el terremoto. Más de130.000 han sido desplazadas por los graves daños a los edificios y los hogares en toda la región. Los niños y niñas afrontan un riesgo mayor en los momentos posteriores al terremoto.

Días después de que el terremoto redujera la casa de su familia a escombros, Viki, un niño de 10 años, aún está visiblemente afectado. Empieza a describir objetivamente lo que ocurrió la mañana del terremoto, pero de pronto para y se echa llorar. “Tenía tanto miedo”, dice entre lágrimas, “lo que más miedo me daba era perder a mis padres”.

La escuela de Viki ha sido destruida durante el terremoto. “No se qué voy a hacer ahora”, dice, “parece que perderemos todo el resto del curso, pero quiero volver a la escuela para aprender cosas y que mis padres estén orgullosos de mi”. Recuperar una sensación de normalidad

La situación de las escuelas en Java central es desesperada. UNICEF estima que cerca de 500 escuelas primarias han sido destruidas, y otras 532, severamente destruidas. En respuesta, UNICEF está trabajando con los gobiernos locales para establecer escuelas temporales tan pronto como sea posible. El objetivo es iniciar una campaña de regreso a la escuela el 17 de julio, el comienzo del nuevo curso escolar. Mientras tanto, UNICEF trabaja para proporcionar un entorno seguro a los niños y niñas afectados por el terremoto, abriendo centros especiales para restaurar una sensación de normalidad en sus vidas. El centro proporciona cuidados y asistencia psicosocial a los niños que muestran problemas como miedo, crisis de ansiedad al entrar en edificios o llanto al oír el sonido de las ambulancias.