María Cristina Pinto
Mara Cristina Pinto, cooperante de UNICEF-Comité Español en Nepal
Nepal atraviesa una situación política delicada y cambiante. La insurgencia maoísta que comenzó hace una década ha cobrado ya unas 13.000 vidas. El conflicto ha obstaculizado la prestación de servicios básicos, ha restringido el suministro de ayuda para el desarrollo y ha fracturado las redes familiares y comunitarias. Sus consecuencias más graves afectan a los niños, niñas y mujeres.
Hace nueve meses llegaste a Nepal con una beca Luis Zúñiga de UNICEF-Comité Español debajo del brazo. Hasta entonces, casi no conocías nada de la realidad de este país tan alejado de nuestra cultura ¿Cuál fue tu primera impresión al aterrizar allí el mes de agosto pasado?
Mi primera impresión al llegar a Nepal fue de asombro. Katmandú es una ciudad con una energía muy especial, pues la vida de sus habitantes transcurre en medio de una atmósfera religiosa con estupas y pagodas en cada calle. También es el sitio donde turistas y amantes de la naturaleza empiezan sus caminatas y aventuras hacia los Himalayas. Pero, por otro lado, en contraste con estos fascinantes elementos me encontré con condiciones de pobreza, insalubridad y desatención que jamás podrían ser imaginadas por algún habitante de un país desarrollado.
También recuerdo que desde los primeros días, cuando conocí a su gente, entendí que cuando hablamos de pobreza debemos diferenciar entre la carencia de bienes materiales y la energía espiritual. La población de este país tiene muchas limitaciones económicas, pero su vida está llena de una espiritualidad y amor por las cosas intangibles que muchos de los que tenemos acceso a cosas materiales hemos olvidado, y en ese sentido ellos son los privilegiados.
Viniendo de Colombia, un país también en medio de un conflicto armado, habrás encontrado algunas coincidencias…
Con esta experiencia he podido comprobar que en el mundo estamos separados por barreras culturales que nos hacen muy diferentes a unos de los otros, pero tristemente algunos países compartimos los mismos problemas relacionados con derechos humanos. Vengo de un país, Colombia, donde la población civil también es la principal víctima del conflicto, donde miles de hombres, mujeres y niños han tenido que dejar sus casas para tratar de buscar protección en grandes ciudades y donde diariamente derechos básicos como educación, salud y seguridad son negados a un porcentaje muy alto de la población.
Tu estancia en Nepal, ¿te ha cambiado la opinión sobre la cooperación internacional en el terreno?
Sí. Por un lado he podido comprobar cosas maravillosas como la importancia del trabajo directo con la comunidad, el valor de dar un servicio y recibir al mismo tiempo todo lo que te aporta la gente del país. También es muy estimulante ver como los diferentes planes y proyectos que alguien diseñó desde su mesa de trabajo son ejecutados en el terreno, y lo mejor es ver que gracias a éstos un ser humano obtiene beneficios.
Pero como todo, también he podido aprender que ser cooperante es comprometerse más allá con la profesión, te implica darte a ti mismo como ser humano en diferentes esferas: valorar la diferencia, respetar el país al que llegas, tener siempre presente que tu trabajas por la población local y no son ellos los que deban trabajar para tu comodidad.En fin, cosas que se deben tener en cuenta cuando te planteas optar por esta profesión.
Después de estos meses de trabajo, ¿qué te ha servido de motivación para desarrollar tu labor diaria?
Tener la oportunidad de convivir con la población nepalí, sentir su amabilidad y apoyo me estimula a hacer lo mejor que pueda mi trabajo.También cuando vas a terreno y ves con tus propios ojos que hay gente que necesita urgentemente acceder a servicios básicos como salud y alimentación, sientes el compromiso de hacer muy bien tu labor.
Por otro lado, para quienes trabajamos con UNICEF, es muy motivador ver que con una pequeña iniciativa puedes cambiar el destino de una niña o un niño.
Después de estos meses de trabajo, ¿qué te ha servido de motivación para desarrollar tu labor diaria?
Tener la oportunidad de convivir con la población nepalí, sentir su amabilidad y apoyo me estimula a hacer lo mejor que pueda mi trabajo.También cuando vas a terreno y ves con tus propios ojos que hay gente que necesita urgentemente acceder a servicios básicos como salud y alimentación, sientes el compromiso de hacer muy bien tu labor.
Por otro lado, para quienes trabajamos con UNICEF, es muy motivador ver que con una pequeña iniciativa puedes cambiar el destino de una niña o un niño.
¿Recomendarías esta experiencia a otros jóvenes?
Pienso que para quienes trabajamos en el área social conocer otra cultura o forma de vida es muy importante. Entender que como ciudadanos del mundo tenemos el deber de analizar cuál es nuestra responsabilidad para acabar con las inmensas diferencias económicas entro unos y otros es algo imprescindible.
Sé que muchos jóvenes son conscientes del valor de esta experiencia pero sienten temor por lo desconocido. A ellos les podría decir que el salir de casa para ver más allá y aprender de los otros, es una de las mejores escuelas de formación que nos puede dar la vida.