Mongolia tiene ayudas universales para la infancia y España no
Claves para entender la ayuda universal a la crianza de la que tanto se está hablando.
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19/06/2024
El debate político sobre la necesidad de unas ayudas económicas a la infancia que lleguen a todos los niños y niñas está abierto en España. Esta medida para la protección social a la infancia, que tiene su origen en el ámbito académico y social, se reactiva con varias propuestas públicas para establecer una prestación universal por crianza por hijo o hija hasta los 18 años.
A la vez, asistimos con preocupación (y con algo menos de sorpresa) a un nuevo crecimiento de la pobreza infantil en España hasta alcanzar a casi el 29% de los niños, niñas y adolescentes, muy por encima de la media general, del 20% y en paulatina reducción desde 2021. El motivo principal por el que la pobreza infantil sigue creciendo, a pesar del momento de crecimiento económico y del empleo, y de algunos avances en políticas sociales, es que en España seguimos sin contar con un sistema de protección social de la infancia y sus familias suficientemente robusto y eficaz.
Los sistemas de protección social y en particular las ayudas monetarias, juegan un papel crucial en el abordaje de la vulnerabilidad social y económica de los niños y sus familias. Hay numerosas pruebas en todo el mundo de su alto impacto en la reducción de la pobreza, la mejora de la seguridad alimentaria y el acceso a la salud y a la educación. Y además, contribuyen a la realización de uno de los derechos menos conocidos de la Convención sobre los Derechos del Niño: el derecho a la seguridad social.
UNICEF a favor de la prestación universal
En este sentido, UNICEF y la OIT se han posicionado claramente a favor de las ayudas económicas universales para la infancia en todo el mundo, haciendo hincapié en que la universalidad elimina de manera efectiva muchas de las barreras y exclusiones que hacen que las ayudas con límites de ingresos no lleguen precisamente a quienes deben llegar: a los hogares con menos recursos.
Se reconoce el mayor coste general de esta universalidad, pero también su mucho menor coste de gestión, su rol preventivo de la pobreza ante el impacto de las crisis, y el mayor compromiso social y político que generan una vez puestas en marcha. Las prestaciones universales no son solo una herramienta de lucha contra la pobreza, sino un apoyo y reconocimiento al esfuerzo económico que realizan las familias con niños y niñas, esfuerzo del que se beneficia todo el país.
La apuesta de UNICEF España por una prestación universal en nuestro país (junto con Save the Children y la Plataforma de Infancia) también es conocida. Además estas políticas no son una excepción, muchos países de nuestro entorno cultural y económico más próximo ya cuentan con ayudas universales para la infancia, entre ellos 23 de los 27 miembros de la Unión Europea y 27 de los 43 países de altos ingresos analizados por UNICEF en un reciente informe sobre la pobreza infantil en los países ricos.
En todos ellos la capacidad de reducir la pobreza infantil es mucho mayor que en España. El impacto en la reducción de la pobreza infantil mediante ayudas económicas en nuestro país es el segundo más bajo de los países europeos. Solo es capaz de hacerlo en un 21,5% y, junto con Rumanía y Grecia, está en el grupo de países que lo hace en menos de un 25%. Mientras países como Alemania, Irlanda o Finlandia (los tres con prestaciones universales generosas) se acercan e incluso superan el 60%.
La Comisión Europea le acaba de recordar a España los escasos avances en pobreza (y especialmente en pobreza infantil), su poca capacidad para reducirla y la necesidad de avanzar en la reforma de las ayudas a la infancia.
No hace falta ser un país "rico" para proteger a la infancia
También otros países con menos recursos han avanzado decididamente en esta senda: Chile, Brasil, Túnez, Uruguay, Irán… aunque quizás llame especialmente la atención el caso de Mongolia, que con un PIB per cápita de unos 5.000 dólares anuales (6 veces menor que el español), lleva años apostando colectivamente por mantener una política de inversión en el bienestar de la infancia con prestaciones casi universales de 35 dólares al mes por hijo, con un alto impacto en la reducción de la pobreza. Una apuesta que lo es también por la sostenibilidad económica y la riqueza del país.
Lo insólito es que un país con la capacidad económica de España camine una y otra vez de puntillas sobre un grave problema estructural para su desarrollo que otras muchas naciones han sabido abordar con eficacia.
En los últimos años, países que partían de situaciones semejantes a la nuestra, como Polonia o Italia, han implementado prestaciones universales de apoyo a la crianza. En el caso de Polonia se ha reducido la pobreza infantil en casi el 40% en menos de siete años.
Bienvenido sea este debate en nuestro país. Desde UNICEF España esperamos poder contribuir con ejemplos de éxito en otros países y continentes y que, cuanto antes, se pase del debate a decisiones políticas acordes a la dimensión de este problema.
Si no se toman decisiones valientes basadas en la evidencia, veremos que cada año que pasa España seguirá situada entre los peores países de Europa en pobreza infantil. Y lo importante: será otro año perdido para el bienestar y los derechos de demasiados niños y niñas. Y para el futuro del país.
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