«TENEMOS QUE AYUDARNOS UNOS A OTROS. NO LO PUEDO PARAR SOLA. TIENE QUE HACERSE JUNTOS»
Nakwan Leknork, de 20 años, ha estado ayudando a educar a otros jóvenes sobre el VIH/SIDA desde que tenía 14 años. Se unió al proyecto de Educación de Joven a Joven en Tailandia después de que su padre muriera de SIDA y a su madre se le diagnosticara el VIH. El grupo en el que trabaja Nakwan es uno de los 10 grupos de jóvenes del norte de Tailandia apoyados por UNICEF
“Soy una afectada por el SIDA porque el VIH infectó a mis padres. Mi madre es VIH positiva y mi padre murió hace cinco años. En ese momento comencé a trabajar con gente que vive con el VIH.”
“Hacemos actividades con niños y niñas afectados por el VIH/SIDA. También trabajamos con niños pobres y con niños y niñas cuyos padres están trabajando fuera o están separados. Hacemos actividades juntos y aprovechamos el tiempo libre. Parte de todo es ayudarles a olvidarciertas cosas, y ayudarles a convertirse en miembros maduros de la sociedad, que cuidan de sí mismos.”
“Los tailandeses se están volviendo más tolerantes. La sociedad se está volviendo mucho más abierta, pero frenar el SIDA comienza con uno mismo. Todos tenemos que ayudar por partes, en diferentes direcciones”.
“Tenemos que ayudarnos los unos a los otros”
“Creo que no son solo los niños y jóvenes los que tienen que frenar la expansión del SIDA. Los adultos también deben ayudar. Debe prestarse másatención a los medios. Debemos hacer a los jóvenes conscientes de la necesidad de parar el SIDA y reducir la promiscuidad”.
“No puedo frenar nada yo sola. Tenemos que unir nuestras fuerzas con muchos otros grupos, incluidos los grupos políticos y económicos”.
“Me gustaría tener foros abiertos con los líderes mundiales, para proporcionar conocimiento y comprensión a los niños y jóvenes, y darles oportunidades cada vez mayores para trabajar juntos. Me gustaría que los adultos fueran más comprensivos y que permitieran a los jóvenes participar mucho más en la solución de los problemas”
“Tenemos que ayudarnos unos a otros. No lo puedo parar sola. Tiene que hacerse juntos”.
Infancia afectada
El SIDA tienen unas consecuencias terribles para la infancia y los jóvenes. Además de los niños y niñas infectados por el VIH, hay millones más afectados, aunque no sean VIH positivos. Estos niños y niñas ven sus familias destrozadas por la enfermedad y muerte de sus padres. Otros adultos de su entorno responsables de su salud, educación y cuidado, como profesores o personal médico, también están desapareciendo. Esto priva a la infancia de algunos de sus derechos más fundamentales.
El SIDA puede arruinar la vida de niños y niñas aunque ni ellos ni nadie en su familia hayan sido infectados. Comunidades enteras se están desintegrando social y económicamente por causa de la enfermedad. Los niños y niñas son los primeros en sufrir las consecuencias. La pobreza y la vulnerabilidad a la que se ven expuestas las comunidades golpeadas por el SIDA debilitan el entorno protector que necesita la infancia. Sin él, niños y niñas se ven expuestos a la explotación, el abuso y la enfermedad.