Terremoto en Ecuador: descubre lo que hemos logrado 1 año después

Un año después del violento terremoto en Ecuador que dejó unos 250.000 niños afectados, los servicios básicos y la alegría vuelven poco a poco gracias al trabajo humanitario

Terremoto en Ecuador, 1 año después

Mi vida cambió después del 16 de abril. Esa noche sentí miedo y lloré. Mi primo murió, iba a cumplir 10 años. En la escuela no había agua y en las casas no había luz”, cuenta Emilia Vilela al recordar los primeros días después del terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter que sacudió  Ecuador el 16 de abril de 2016. 

Para Emilia ya no es la misma vida que antes. Su casa quedó destruida, tuvo que alojarse en un refugio informal durante casi 8 meses y ahora vive en una casa prefabricada. Tiene 9 años y es de la comunidad rural de Coaque, en Manabí, una de las zonas más castigadas por el seísmo.

Al igual que Emilia, Líber Pazmiño, de 15 años, también perdió su casa situada en Chamanga, provincia de Esmeraldas. “Esa noche todo cambió para mí”, sostiene. A Líber se le despertó el deseo de ayudar. “Me dio la intuición de querer ayudar a mi familia; me preocupaban sobre todo mis sobrinos y mis hermanos pequeños, que eran los que más se habían visto afectados por el terremoto”. 

A pesar de la destrucción, Emilia y Líber no dejaron de aprender. Participaron en los programas de apoyo psicosocial, prevención de la violencia y prevención del Zika que UNICEF puso en marcha como parte de su respuesta a la emergencia. 

1 año del terremoto en Ecuador: 'Retorno a la Alegría'

Muchos niños dejaron de tener miedo y siguieron adelante. Yo jugaba con los niños y les contaba cuentos para entender lo que había sucedido y superarlo. Los niños también hicieron algo por mí, me devolvieron la sonrisa¨, dice Líber mientras explica la metodología de apoyo psicosocial Retorno a la Alegría.

Emilia y Líber acuden regularmente a clase y en sus escuelas tienen acceso a agua potable y saneamiento. No obstante, no disponen de agua segura en sus hogares. Emilia va al río para bañarse. “Para mí el agua es muy importante para cocinar, lavar los alimentos y asearme.  No puedo vivir sin agua¨, sostiene Emilia.

Emilia quiere que haya un hospital cerca de su comunidad y Líber denuncia el problema de la basura en las calles de su comunidad.

A pesar del terremoto y los desafíos que aún existen, Emilia y Líber continúan estudiando y luchando por sus sueños. “Yo sigo con mis sueños porque no han cambiado nada; yo de grande quiero ser profesora porque quiero enseñar a los niños”, dice Emilia sonriendo. 

Y para Líber sus sueños se han fortalecido. “Yo después del terremoto sí creo que logro cumplir mi sueño. Siempre he querido ser científico, ese es mi sueño, lo que quiero lograr, lo que más me impulsa a seguir adelante”, apostilla.

1 año del terremoto en Ecuador: el trabajo de UNICEF

En un año, junto a nuestros aliados humanitarios, hemos conseguido numerosos logros para los niños y sus familias:

  • Acceso a agua potable para unas 77.000 personas y a instalaciones de saneamiento adecuadas para más de 44.000.
  • Vitamina A y micronutrientes para unos 250.000 niños y unas 26.800 mujeres embarazadas y lactantes.
  • Apoyo psicosocial para más de 25.000 niños y adolescentes, y espacios amigos de la infancia para más de 13.000.
  • Material educativo para unos 34.500 niños.
  • La estrategia de prevención del Zika llegó a más de 10.000 estudiantes y 30.400 personas a nivel comunitario. 

Todo esto ha sido posible gracias a la contribución de miles de donantes de todo el mundo. ¡Gracias! Seguimos trabajando para que, muy pronto, los niños y las comunidades de Ecuador damnificadas por el terremoto vuelvan la normalidad y disfruten de una vida con derechos.

 
© UNICEF/UN017389/Castellano
© UNICEF/UN017389/Castellano
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Después del terremoto, las consecuencias para la infancia perduran

Más de 4.800 personas siguen viviendo en albergues improvisados, sin condiciones adecuadas de agua y saneamiento. Además, los servicios locales de protección especial necesitan ser fortalecidos, y muchos niños todavía precisan ayuda para superar el miedo que les impide asistir a la escuela desde el terremoto. 

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