UNICEF ayuda a proteger a los niños, niñas y familias vulnerables en la zona fronteriza entre el Camerún y el Chad
Para las miles de personas que huyen de la violencia en Chad la vida en una campamento es una forma de sobrevivir, pero no es una vida real. Su existencia se encuentra suspendida en un lugar donde no pueden trabajar ni lograr prosperidad para sus familias. UNICEF trabaja para que los niños y niñas de estos campos recuperen una sensación de normalidad a través de la educación y el juego y también para que las condiciones de precariedad y hacinamiento no repercutan negativamente sobre su salud
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en el campamento de refugiados Maltam, localizado en la región septentrional del Camerún, viven actualmente 8.000 personas, de las cuales más de 2.800 son lactantes y niños de corta edad. Para esas familias desplazadas por la violencia en la vecina zona meridional del Chad, el tiempo parece haberse detenido.
"Estamos aquí, sin nada que hacer, salvo esperar para ver cuándo podremos regresar a nuestros hogares. Esperamos noticias que nos indiquen si al volver a nuestros hogares correremos o no peligro. Si es que nuestros hogares aún existen, por supuesto", comenta un refugiado llamado Mohammed mientras su esposa y cuatro hijos descansan en el interior de la tienda de campaña en que viven.
Mientras paraMohammed y su familia el tiempo transcurre lentamente, para las organizaciones humanitarias y los trabajadores que coordinan las labores de socorro el tiempo parece volar.
"Pese a que aparentemente ya no se combate en N'djamena, se trata de una situación peligrosa. Sin embargo, debemos trabajar día y noche, y tenemos que hacerlo velozmente, para impedir la propagación de las enfermedades transmisibles entre los niños y mujeres del campamento", explica James Watts Munang, que se desempeña como jefe del equipo de Operaciones de Emergencia en Kousseri, una pequeña población camerunesa cerca de la frontera con el Chad.
Una carrera contra el tiempo
La prevención de las epidemias constituye una respuesta habitual en prácticamente todas las situaciones de emergencia. Sin embargo, en una situación como ésta, en la que grandes números de personas cruzan las fronteras, no sólo es de importancia vital proteger a los niños, niñas y familias que viven en los campamentos de refugiados sino también a la población local. En este caso, los niños y niñas cameruneses y sus familias.
Hasta ahora, UNICEF y sus aliados parecen estar ganando la carrera contra el tiempo. El primer ciclo de la campaña de vacunación inmunizó contra el sarampión a más de37.000 niños y niñas y contra la poliomielitis a más de 43.000. Los lactantes y los niños y niñas de seis meses a cinco años de edad también recibieron suplementos de vitamina A, que sirven para fortalecer sus sistemas inmunológicos.
En semanas recientes también se llevó a cabo una campaña contra la meningitis, que estuvo dirigida a los niños, niñas y personas adultas alojadas en el campamento, con la excepción de las embarazadas y los menores de dos años. En breve se realizará en el campamento Maltam una campaña de vacunación contra el tétanos materno y neonatal que estará dirigida a las mujeres embarazadas y en edad de procrear.
Rumbo a la inmunización universal
Del total de niños y niñas vacunados contra sarampión y la poliomielitis, unos 30.000 son cameruneses que habitan en la localidad de Kousseri. UNICEF cree que las labores de respuesta a una situación de emergencia no deberían afectar el desempeño ordinario de los programas, especialmente cuando la situación de emergencia tiene lugar en una región donde se debe continuar trabajando en pro de los lactantes y niños y niñas de corta edad, y donde cualquier brote de enfermedades transmisibles podría tener efectos devastadores.
Según Stephen Wazeh, Oficial de Salud de UNICEF, sólo el 74% de los niños y niñas de Kousseri ha sido completamente inmunizado, lo que está muy lejos de la meta de la inmunización universal. Por lo tanto, los niños, niñas y personas adultas de Kousseri también serán vacunados contra la meningitis en las semanas entrantes.
En Maltam, Mohammed afirma que él y su esposa están agradecidos de que sus hijos se encuentren ahora a salvo de tres enfermedades mortales. "Por lo menos sabemos que no se enfermarán, y que mientras permanezcamos aquí no tendremos que preocuparnos tanto por su salud y su seguridad", afirma Mohammed.