Uno de cada doce niños y niñas en el mundo es explotado laboralmente
Un informe publicado por el Comité de Reino Unido para UNICEF denuncia la explotación a la que se ven sometidos 180 millones de niños y niñas en el mundo y resalta que para poner fin a esta situación es necesario un compromiso en todos los países y en todos los niveles
De los 352 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años que trabajan en el mundo, 180 millones (uno de cada 12) lo hace en situaciones de explotación, enfrentándose a las peores formas de trabajo infantil. Esto significa que realizan trabajos peligrosos, son sometidos a esclavitud o trabajos forzados, son reclutados por grupos armados o son utilizados para su explotación sexual comercial o para realizar actividades ilegales. El 97% de ellos pertenecen a países en desarrollo.
¿Por qué trabajan los niños y niñas?
Aunque en los países desarrollados algunos menores eligen trabajar para lograr una cierta independencia económica, el informe se centra en los millones de niños y niñas que son abocados al mundo del trabajo debido a la pobreza. En la mayoría de los casos ni ellos ni sus familias tienen la opción de elegir. Las principales razones son:
- Pobreza: muchas niñas y niños abandonan la escuela primaria porque sus familias no pueden hacer frente a los gastos más básicos sin su aportación.
- Ruptura familiar: es la causa de que muchos niños y niñas tengan que vivir por sí mismos.
- VIH/SIDA: en muchas regiones donde el VIH/SIDA es una pandemia obliga a millones de niños y niñas a trabajar para sacar adelante a sus familias.
- Actitudes hacia las niñas, que las fuerzan a abandonar la escuela para trabajar o casarse
- Discriminación contra grupos minoritarios, que lleva a los niños y niñas de determinados grupos, etnias o castas a trabajar antes que el resto de los niños y niñas de su localidad.
A esto se une el que hay ciertos motivos por los que los empleadores prefieren utilizar a menores:
- Son obedientes y "salen baratos": son sometidos a condiciones laborales y económicas que los adultos considerarían inaceptables, sin oponer resistencia.
- Tienen "dedos ágiles": muchos adultos justifican el trabajo infantil aludiendo a la mayor agilidad de sus manos, que al ser más pequeñas pueden prestar más atención a los detalles.
- Leyes inadecuadas o inconsistentes, que dejan vacíos entre las edades de educación obligatoria y las edades aptas para el trabajo a jornada completa, o que no aplican con rigor los tratados internacionales.
- Deficiencias en las infraestructuras, que impiden conocer la edad exacta de los menores y encubren a muchos explotadores.
El papel de la educación
La educación es esencial para prevenir la explotación laboral infantil, porque proporciona los conocimientos que darán a los niños y niñas opciones de futuro. La no escolarización es a la vez una causa y una consecuencia del trabajo infantil.
En muchos países, llevar a las niñas y niños a la escuela supone una pérdida de ingresos para las familias y, al mismo tiempo, un alto coste en concepto de matrículas, uniformes o material escolar. Sin un compromiso de las autoridades en materia de educación, millones de niños y niñas seguirán corriendo el riesgo de abandonar sus estudios para trabajar.
Acción para frenar el trabajo infantil
Más que una acción el informe destaca que es necesario desarrollar series de acciones Es necesario considerar si las causas de cada situación son inmediatas, indirectas o estructurales y poner en marcha las medidas legislativas adecuadas, dirigirse a las causas de base y prestar especial atención a la educación y a la creación de un entorno protector
UNICEF trabaja con los gobiernos y las ONG en todo el mundo para lograr un entorno protector, que salvaguarde a la infancia del abuso, incluida la explotación laboral. Para ello desarrolla programas orientados hacia:
- La reducción de la pobreza
- El logro de una educación accesible, gratuita, obligatoria, de calidad y atractiva
- El cambio de las actitudes hacia los derechos de la infancia
- La rehabilitación de niñas y niños explotados
- El esfuerzo legislativo y judicial necesario para poner fin de manera efectiva a la explotación laboral infantil.