Día Mundial de la Educación: un homenaje a la comunidad educativa
Desde UNICEF España apostamos por la apertura de los centros educativos y reclamamos un Pacto de Estado por la Educación.
22/01/2021
Este domingo, 24 de enero, celebramos un Día Mundial de la Educación, sin duda, muy distinto al de los últimos años. Estos meses nos hemos acostumbrado a un escenario distópico: niños y niñas yendo a clase con mascarilla, con el abrigo puesto en las aulas porque la ventilación, necesaria por protocolo, hace muy duro estar sentado, patios parcelados para evitar los contactos…
En UNICEF queremos homenajear a estudiantes, familias, docentes y personal de los centros educativos por su gran labor en las difíciles circunstancias derivadas de la pandemia de COVID-19, tanto durante el confinamiento como tras la reapertura de los colegios.
La comunidad educativa ha hecho un esfuerzo titánico para que salud y educación no parecieran derechos antagónicos. Niños y niñas han interiorizado y llevado a cabo de manera ejemplar las medidas de seguridad e higiene impuestas por la emergencia sanitaria, y su gran capacidad de adaptación ha sido fundamental en estas complejas circunstancias.
En el momento más álgido de la pandemia, a finales de abril de 2020, el cierre de escuelas interrumpió el aprendizaje de casi el 90% de los y las estudiantes en todo el mundo. El número ha disminuido desde entonces, pero debido a la idea infundada de que el cierre de escuelas puede ralentizar la propagación de la enfermedad -a pesar de la evidencia creciente de que las escuelas no son el principal impulsor de la transmisión comunitaria- muchos países cierran las escuelas de nuevo ante el aumento del número de casos de COVID-19. Desde el 1 de diciembre, las aulas están cerradas para casi 1 de cada 5 escolares en todo el mundo, o lo que es lo mismo: 320 millones de niños y niñas. Y muchos de ellos no tienen los recursos necesarios para poder seguir accediendo a la educación a distancia.
Estamos ante una crisis en la educación, que además agrava las situaciones de vulnerabilidad de la infancia que no está acudiendo a la escuela. Cuanto más tiempo permanecen cerradas las instituciones educativas, menos probable es que los estudiantes más vulnerables regresen a clase, especialmente quienes tienen una discapacidad, las niñas adolescentes, los niños y niñas migrantes o los que pertenecen a comunidades indígenas. La educación no solo proporciona conocimientos y aprendizaje a la infancia, sino que también mantiene a los niños a salvo de la desnutrición, del matrimonio y el trabajo infantil, de abusos, de violencia, de reclutamiento por parte de grupos armados, etc.
Reimaginar la educación
Si miramos a nuestro país podemos identificar algunas lecciones valiosas para trazar un nuevo camino que nos permita corregir alguno de los importantes problemas de nuestro sistema educativo, tan criticado y añorado a la vez, que nos permita, en definitiva, reimaginar la educación.
Los protocolos de salud e higiene han demostrado que los centros educativos pueden seguir abiertos, aunque estén desarrollando una labor muy distinta todavía a la de la normalidad previa a la pandemia de COVID-19. La decidida apuesta por la presencialidad educativa se ha convertido en el mejor método para proteger a la infancia de las consecuencias de la pandemia, tanto por su salud como por su educación, tanto en el corto como en el largo plazo.
Para mantenerla en el tiempo es preciso proteger, a su vez, a sus profesores para evitar que enfermen. Bajas prolongadas, rotaciones o sustituciones pueden interrumpir un seguimiento educativo especialmente delicado. Por lo tanto, es fundamental priorizar la vacunación del personal de centros educativos, dentro de los trabajadores esenciales, como forma de proteger los derechos de la infancia.
Reabrir y mantener los colegios abiertos ha permitido, entre otras cosas, recuperar las herramientas de protección infantil que tanto necesitan los niños y niñas, especialmente los más vulnerables: menús escolares para garantizar una alimentación adecuada, detección y atención de necesidades especiales o prevención de violencia contra la infancia, entre otras.
Afrontar la brecha digital
Sin embargo, el cierre de escuelas y su reapertura en la llamada “nueva normalidad” han puesto de manifiesto carencias y retos que hay que seguir abordando. Aunque el salto educativo hacia el mundo digital se ha acelerado de manera definitiva, lo que denominamos clases online dista bastante de lo que podríamos entender como una verdadera educación digital.
De hecho, una incorrecta adaptación que obvie las diferencias pedagógicas de esta modalidad podría ahondar en la llamada brecha digital, que es el reflejo de una brecha social sostenida en la falta de accesibilidad y conectividad, así como de acompañamiento crítico. Por ello, UNICEF España considera que sigue siendo necesario identificar las necesidades educativas que se detectaron al final del curso pasado, y que pueden tener impacto en el desarrollo de este año escolar.
Hemos trabajado muy duro en estos últimos meses por minimizar el impacto de la pandemia en la educación, tanto en España como en el resto de los países. Hemos movilizado material sanitario, distribuido ordenadores y tablets, asesorado a administraciones educativas a todos los niveles, formado a docentes, informado a las familias… y así continuaremos, con el apoyo de nuestros socios y aliados.
Un Pacto de Estado por la Educación
Hace tan solo unos días entró en vigor una nueva ley educativa, no exenta de desencuentros políticos. UNICEF España continúa reclamando un Pacto de Estado por la Educación que contribuya a crear un sistema educativo más resiliente, equitativo e inclusivo. Pocas cuestiones serán más relevantes para el futuro de un país que un consenso en un pilar fundamental como es la educación, y el hecho de que en estos momentos parezca complejo lo hace aún más irrenunciable.
Finalizo estas líneas con la esperanza de que cuando celebremos este día en enero de 2022 podamos afirmar que 2020 fue el último año que la educación perdió.