Conflicto en Siria: vivir con miedo a que tu hijo no vuelva del colegio
Lo reconozco. Soy un aprensivo. Yo creo que cualquier padre lo es, más o menos, cuando confía el cuidado de sus hijos a un tercero.Por eso, vivo con miedo a que a mi hijo le pase algo en la guardería, miedo a que se dé un golpe y le tengan que llevar al hospital, miedo a que me necesite y yo no esté allí para consolarlo, miedo a… el miedo que yo sentí la primera vez que nuestro colegio recibió una aviso de bomba, allá por los años 80.
Esta misma semana fui a recoger a mi hijo a su escuelita –así la llamamos en casa- y un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando, desde detrás de las rejas, vi que el patio donde salen a jugar a esa hora estaba vacío. Imaginé que algo malo había pasado. Pero no, nada más lejos de la realidad, no estaban en el patio, sino en la sala de juegos, porque afuera hacía frío.
Conflicto en Siria: 22 niños muertos en el ataque a su escuela
Y ahora me siento ridículo e insignificante por pensar así. No puedo ponerme en el lugar del padre, o la madre, que ayer fue a por su hijo a una escuela siria de Haas –a una hora en coche de la sitiada Alepo- y se encontró con un patio lleno de escombros, enfermeros, policías, humo, gritos, sollozos, horror, desesperación y sangre, mucha sangre inocente. Porque, ayer, 22 niños y 6 maestros fueron asesinados cuando su escuelita fue bombardeada no una sino muchas veces.
“Es una tragedia, una salvajada. Si ha sido deliberado, es un crimen de guerra. Sus familias han perdido a estos niños para siempre… los maestros han perdido a sus estudiantes para siempre... una cicatriz más en el futuro de Siria”.
Lo ha dicho nuestro director ejecutivo, Anthony Lake.
Conflicto en Siria: La mitad de los niños sirios no pueden ir al colegio
No es el primer ataque contra una escuela en Siria –ha habido más de 4.000- pero sí el más mortífero desde que comenzó la guerra hace casi seis años. Por este motivo, más de 1,7 millones de niños sirios ya no van a clase y 1,3 millones corren el riesgo de abandonarla. Y por la misma razón, tantas y tantas familias están huyendo hacia Europa.
Desde UNICEF no nos damos por vencidos. Seguimos trabajando dentro de Siria para que los niños puedan seguir estudiando y tener un futuro en un país en paz. Acabamos de lanzar una campaña de “vuelta al cole” con la que queremos llegar a 2,5 millones de niños con libros de texto y material escolar, incluyendo a 200.000 que viven en zonas en estado de sitio o de difícil acceso.
Hace poco leí un proverbio tibetano que dice “Un niño sin educación es igual que un pájaro sin alas”. En Siria, la mitad de los niños no tiene alas; se las están cercenando las bombas. Y la metralla no solo se lleva su derecho a la educación, también sus vidas. “¿Cuándo la repulsión del mundo por tal barbaridad se igualará a la insistencia de que esto debe parar?", se pregunta Anthony Lake.
Insistimos: esto debe parar. Y todos debemos decirlo, gritarlo, exigirlo al unísono. Ningún padre debería tener miedo a no saber si su hijo volverá vivo del colegio. Con el resto de miedos podemos convivir, pero con este no.