'¿Es ébola?, ¿tengo ébola?'
Este artículo se publicó originalmente en Elmundo.es
Las bulliciosas calles de Freetown están vacías.
Apenas algún coche aparece repentinamente en las carreteras desiertas con las luces de emergencia.
Son las siete de la mañana en el inicio de la campaña de sensibilización de tres días en Sierra Leona, el puerta a puerta o Ouse to Ouse Tock en krío, el idioma más hablado en el país.
Uno de los equipos de sensibilización empieza en Eastern Waterloo, una de las zonas más degradadas de Freetown. Hay casi 30.000 voluntarios en grupos de cuatro informando sobre el ébola en todo el país para visitar 1,5 millones de hogares. UNICEF ha proporcionado a esta campaña, liderada por el Gobierno del país, apoyo técnico y financiero, y materiales informativos.
Sierra Leona pondrá tres regiones más en cuarentena indefinida en un intento de frenar el avance del ébola, según señaló el presidente Ernest Bai Koroma en un comunicado. La iniciativa supone que cinco de los 14 distritos del país, con más de 1,2 millones de habitantes, se encuentran bajo aislamiento.
Los grupos de voluntarios entran en las laberínticas callejuelas de los suburbios de la ciudad. Las familias los esperan pacientes, sentados en los porches de las casas donde cocinan, lavan la ropa, escuchan la radio o juegan a las damas. Una de las voluntarias con una melena pelirroja recogida en una trenza explica cómo se transmite el ébola y cuáles son los síntomas que provoca la enfermedad. Todo el mundo escucha en silencio, hasta los más pequeños.
Una mujer en la veintena que tiende la ropa empieza a gritar en tono dramático: "¡No me toques, no me toques!, mientras su madre la persigue con los brazos estirados y las palmas de las manos abiertas y las pone en su barriga. Los vecinos ríen. El humor parece el antídoto de los sierraleoneses contra el miedo.
ébola: miedo al contagio
La voluntaria pelirroja cede el turno a otro miembro del equipo que carga una caja de jabón en sus brazos y entrega un jabón amarillo a la familia explicando cómo deben lavarse las manos, "lentamente, haciendo hincapié en las uñas y los antebrazos". Durante la explicación se entrega una pastilla de jabón por familia para promover el lavado de manos. La familia coge el jabón y comenta que es insuficiente. Los miembros del equipo reiteran que es para fomentar la higiene, luego cada familia tiene que proveerse por sus propios medios.
Al acabar la sesión se pasa al turno de preguntas, mientras otro de los miembros del equipo pega en la pared una pegatina que certifica que el hogar ha recibido la información. En total, unos 20 minutos y se pasa al siguiente hogar.
Otro equipo se traslada a los alrededores del mercado de Dovecut en donde las cajas de cartón, los restos de frutas podridas y el agua de lluvia forman una amalgama maloliente. Una ambulancia aparece de repente. Los vecinos rodean a una mujer embarazada, muy joven, que camina con dificultad hacia el vehículo, descalza. Se queja de dolor abdominal. Nadie la ayuda a caminar a pesar de hacerlo con mucha dificultad. Temen que tenga ébola. Llega al lado de la camilla y el enfermero, en manga corta y con guantes de látex la ayuda a estirarse rozando claramente su brazo izquierdo al colocarle el cinturón de seguridad.
La ambulancia sale a toda velocidad desde el mercado hasta el Princess Christian Maternal Hospital de Freetown (PCMH). Mientras descargan la camilla la mujer pregunta angustiada con lágrimas en los ojos: "¿Es ébola?, ¿tengo ébola?". Dos enfermeras, protegidas con una bata de quirófano, guantes de látex y una mascarilla le colocan un termómetro debajo de la axila. Los tres minutos que tarda el mercurio en subir por el tubo de cristal parecen interminables. Finalmente, otra enfermera usa un termómetro de infrarrojos. Un 35.2 se dibuja en rojo en la pantalla del termómetro. No tiene fiebre. No es ébola.
Kadie Sisé, así se llama la joven mujer embarazada, desaparece tras las puertas de la consulta. Al cabo de unos minutos sale por su propio pie hasta la sala de espera. Le han diagnosticado una infección y tendrá que estar en el hospital unos días. La asistencia médica para las embarazadas y los menores de 5 años es gratuita en Sierra Leona.
ébola: la más inhumana de las enfermedades
La asistente de la matrona en el hospital, Elizabeth Koroma, confirma que es una infección, pero "tenemos una embarazada qué ha dado ébola positivo en el centro de aislamiento," añade. Nadie puede acercarse, excepto las enfermeras. Hay un cartel en la entrada que anuncia la peligrosidad del lugar, en letra pequeña, demasiado pequeña para un centro de aislamiento en medio de un centro hospitalario de las dimensiones del PCMH.
La trabajadora médica señala una ventana en la parte trasera del centro del edificio de una planta, por la que se puede ver a la enferma. Hay dos ladrillos colocados estratégicamente para permitir la visión. Antes de encaramarnos, Elizabeth previene, "¡no toquéis la ventana!". A través de los barrotes vemos un rostro inexpresivo. Una mujer embarazada vestida de azul sentada encima de las incólumes sábanas blancas de una cama. Sola. "Hay un familiar en el hospital, pero no puede entrar en la sala de aislamiento", nos dice la matrona.
Según el Gobierno de Sierra Leona se han identificado 130 casos de ébola durante la campaña de sensibilización. Se esperan los resultados de los análisis de 39 casos más. Según el Ministro de Salud se ha llegado a más del 75% del 1.5 millones de hogares identificados.
El ébola es la más inhumana de las enfermedades. No sólo es altamente infecciosa sino que además te obliga a superarla o morir.
Yolanda Romero es miembro de UNICEF que trabaja en Sierra Leona.
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