¿Por qué sigue habiendo hambre en el mundo?
El riesgo de hambruna podría afectar a millones de niños en el Cuerno de África ¿Por qué se repiten estas emergencias nutricionales?
21/06/2022
El hambre está amenazando de manera creciente la vida de millones de personas en todo el mundo y, entre ellas, muchos niños y niñas de países como Sudán del Sur, Yemen, Etiopía y Madagascar, preocupan especialmente por las condiciones en las que se encuentran, con unos alarmantes niveles de desnutrición infantil.
No es la primera vez que el hambre es una amenaza de primer nivel para los niños del mundo. Por ejemplo, en 2011, la crisis nutricional del Cuerno de África nos dejó durísimas imágenes de niños y familias intentando sobrevivir sin apenas alimentos. Entre febrero y junio de 2017, Sudán del Sur también reunió los indicadores que llevaron a la declaración de hambruna.
En estos contextos de inseguridad alimentaria extrema, los niños son siempre los más vulnerables, y se enfrentan a una mayor probabilidad de sufrir desnutrición grave, con el consiguiente riesgo para su vida. Estas crisis también producen consecuencias irreversibles para toda la vida de los niños, lo que genera graves problemas de salud y desarrollo.
Pero ¿por qué se repite la historia una y otra vez?
No existe una única causa que lo explique, múltiples factores que cada vez más conviven en el tiempo y se presentan con mayor frecuencia, dan lugar a estas trágicas realidades para la infancia:
El hambre y la guerra
Los conflictos armados son una de las principales causas que explican por qué el hambre está llevando al límite a millones de niños en el mundo. La violencia suele tensionar el suministro de alimentos y agua, al igual que los sistemas sanitarios, provocando un efecto dominó que acaba dinamitando el estado nutricional de los niños. Estos son algunos de sus principales efectos:
- La inseguridad alimentaria aumenta durante los conflictos porque la población, que muy a menudo practica la agricultura de subsistencia, no puede cultivar. Además, es habitual que la inflación se dispare, y el precio de los alimentos se vuelve inalcanzable para las familias.
- La guerra destroza los sistemas de agua y saneamiento, esenciales para evitar diarreas y enfermedades que impiden que los niños asimilen los nutrientes de los pocos alimentos que pueden comer.
- Muchos centros de salud quedan inutilizados, por lo que los niños no pueden recibir la atención médica que necesitan para tratar la desnutrición.
- Además, los conflictos dificultan la entrega de ayuda humanitaria, tan necesaria para luchar contra las hambrunas.
El hambre y el acceso a agua potable, saneamiento e higiene
La falta de acceso a agua potable y saneamiento pueden provocar desnutrición o empeorarla. “No importa cuánta comida ingiera un niño desnutrido, no mejorará si el agua que bebe no es segura”, señala Manuel Fontaine, director de Programas de Emergencia de UNICEF.
Cuando el agua no es potable puede causar diarrea en los niños, no obteniendo así los nutrientes que necesitan para sobrevivir, lo que en última instancia conduce a la desnutrición. Los niños que la padecen también son más vulnerables a las enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera. Se estima que el acceso inadecuado a un mínimo de agua, higiene y saneamiento, representa alrededor del 50% de la desnutrición mundial.
El hambre y el cambio climático
Los países con mayor incidencia de desnutrición infantil suelen ser muy propensos a sufrir sequías. Esto no solo perjudica a las cosechas, sino que también reduce la disponibilidad de agua potable, con el consiguiente riesgo de padecer diarreas al beber de fuentes contaminadas. A nivel mundial, más de 1.420 millones de personas, entre ellas 450 millones de niños, viven en áreas de alta o extrema vulnerabilidad al agua.
En los últimos años, el cambio climático está agravando los efectos de las sequías. Además, añade nuevos factores de riesgo ya que también provoca inundaciones inesperadas que destrozan los cultivos de un día para otro.
El hambre y los desplazamientos
Estos cuatro países que mencionamos, amenazados por el hambre, cuentan con alrededor de 9,2 millones de personas desplazadas. Las zonas de conflicto o que sufren sequías son más propensas a que su población se vea forzada a huir de sus hogares, lo que les hace más vulnerables a los abusos y a las amenazas para la salud, como la desnutrición.
Durante esos desplazamientos, los niños y niñas no tienen acceso a agua potable para beber, o acaban en campamentos improvisados en los que son recurrentes los brotes de enfermedades. La falta de acceso a los servicios sanitarios para recibir tratamientos adecuados genera un mayor riesgo para la supervivencia de los niños.
El hambre y la inestabilidad política
La inestabilidad política en muchos de los países afectados es también parte del problema del hambre. La debilidad de las instituciones impide tomar medidas para luchar contra la desnutrición de la población, como por ejemplo, el almacenamiento de alimentos para hacer frente a las épocas de escasez.
En UNICEF luchamos contra el hambre
Desde UNICEF estamos trabajando sin descanso en las principales emergencias nutricionales de la actualidad. Llegamos hasta las zonas más aisladas para distribuir alimento terapéutico de urgencia para los niños que sufren desnutrición aguda.
Lo más urgente ahora es salvar vidas, pero en UNICEF no dejamos de lado el trabajo de prevención para evitar futuras crisis nutricionales a largo plazo. La promoción de la lactancia materna, la distribución de agua potable y el acceso a los servicios sanitarios son pilares clave en nuestra labor diaria en todo el mundo.
Durante 2021, salvamos de la muerte por desnutrición a 5,5 millones de niños menores de 5 años en todo el mundo y trabajamos para prevenir la desnutrición crónica y otras formas de malnutrición en 336 millones de niños. Aún así, muchos siguen necesitando alimento terapéutico para sobrevivir.
También proporcionamos agua potable a 39 millones de personas que viven en situaciones de emergencia y zonas en conflicto. Distribuimos miles de litros de agua diariamente en los campamentos de desplazados, apoyando a los hospitales y los centros de tratamiento del cólera, reparando los grandes sistemas de agua y saneamiento de las ciudades, para que los niños y las niñas dispongan de este suministro esencial para mantenerse sanos.
Trabajamos con nuestros aliados en la resiliencia de las comunidades afectadas por una alta vulnerabilidad al agua, a través de la extracción de aguas subterráneas. La perforación en busca de fuentes confiables de agua subterránea podría transformar las vidas de al menos 70 millones de niños en el Cuerno de África, que viven en áreas donde el acceso al agua es extremadamente precario.
El hambre es una lacra recurrente, pero es posible acabar con la desnutrición. Un dato esperanzador: casi el 90% de los niños que reciben tratamiento contra la desnutrición aguda se recuperan.
Por eso, con la voluntad de los líderes políticos y con la ayuda de gente como tú, ¡es hora de plantarle cara al hambre!
Alerta por hambre: El tiempo se acaba. Ayúdalos.
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