#Fridays4Future: No son "solo" niños
“Son solo niños”, “deberían estar jugando”, “no saben lo que hacen”. Desmontamos algunos falsos mitos sobre participación infantil y adolescente que las movilizaciones estudiantiles por el clima están sacando a la luz.
“Hasta la persona más pequeña puede cambiar el curso del futuro.”
Galadriel (El Señor de los Anillos, J.R.R. Tolkien)
Un viernes de agosto de 2018, Greta Thunberg, de 15 años, se sentó frente al parlamento sueco para pedir que su país firmara el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Su acción ha motivado a cientos de miles de estudiantes que, desde entonces forman parte de un movimiento mundial. Este movimiento ha inspirado a muchas personas de todas las edades, pero también ha generado resistencias, algunas de ellas basadas en bulos y falsos mitos muy comunes sobre el derecho a la participación de la infancia. Vamos a verlos:
“Son sólo niños”
No: son nada más y nada menos que niños, es decir, seres humanos con derechos y responsabilidades, personas con total dignidad, ciudadanos de pleno derecho que pueden contribuir al desarrollo de las sociedades en las que viven. Plantear que una persona, por ser menor de edad, es “menos” es no tener en cuenta su valor como ser humano. Evidentemente, los niños, niñas y adolescentes, no son infalibles, como no lo es ningún adulto. Están aprendiendo, igual que los adultos aprenden durante toda su vida. Aún tienen que desarrollar muchas capacidades y mejorar sus competencias, igual que la mayoría de los adultos. Pueden necesitar trabajar su actitud, sus valores o sus emociones, exactamente igual que muchas personas mayores que ellos. ¿Por qué somos más exigentes en estos aspectos con los niños que con los adultos? Creer que es necesario alcanzar un nivel de perfección intelectual, emocional o cultural para participar es no sólo injusto, sino imposible: si pensamos así, cuestionamos no sólo el derecho a la participación de los niños y niñas sino también el de todos los ciudadanos.
“Deberían estar jugando”
O estudiando, o merendando… y lo saben. De hecho, de eso va este movimiento: están alzando la voz por sus derechos y por los de otros niños y niñas, por su presente y por su futuro, que ven amenazado. Saben, quizás mejor que mucha gente mayor y más experimentada que ellos, que los derechos humanos están interrelacionados y son interdependientes. Saben que la degradación del medio ambiente y el cambio climático puede limitar muchos de sus derechos, los de sus hijos y los de sus nietos: el derecho a la nutrición, a la salud, a la supervivencia, a la educación o al juego. Es algo que ya están viendo pasar en muchos lugares del mundo con clima cada vez más extremo. La Convención sobre los Derechos del Niño reconoce el derecho al juego, a la educación, a la salud, pero también a la participación: todos los niños y niñas tienen derecho a expresar su opinión sobre los asuntos que les afectan, y eso están haciendo.
“Si les ayudan los adultos, no vale”
¿Desde cuándo el trabajo en equipo invalida el resultado? Al decir esto estamos asumiendo que los estudiantes deberían ser expertos por sí mismos en cuestiones en las que la mayoría de los adultos no lo somos: la mayoría de los adultos no somos expertos en comunicación, ni en organización de eventos, ni en análisis político, ni en investigación científica, ni si quiera en pedir un permiso al ayuntamiento… y eso no hace menos valioso nuestro esfuerzo cuando participamos en una marcha, una huelga o una manifestación. En lo que somos expertas todas las personas, seamos grandes o pequeñas, es en nuestra capacidad de percibir la injusticia y de reunir el valor suficiente para hacerle frente. Y si los adultos ayudan a los niños a promover más justicia intergeneracional, bien por todos ellos.
“Están manipulados”
Pensar que todas las personas menores de 18 años son manipulables sólo por ser jóvenes es poco realista. Lo que determina la resistencia a la manipulación es la libertad de acceso a la información, el criterio para distinguir las fuentes fiables de las que no lo son, la capacidad para desarrollar un espíritu crítico que nos permita reflexionar y la oportunidad para expresar nuestra opinión y aportar ideas al debate general. Eso no se adquiere con la edad, sino con el aprendizaje: una de las finalidades de la educación es desarrollar estas competencias en los estudiantes y muchos niños y niñas pueden tener estas capacidades más desarrolladas que los adultos. Está bien querer proteger a la infancia de la manipulación, pero eso se logra educando su derecho a la participación, no dudando de él.
“Son chiquilladas, no saben de lo que hablan”
Negar a los niños, niñas y adolescentes su capacidad para entender lo que viven es grave: es la base de muchas injusticias contra la infancia y del silencio frente a determinados abusos. Cuando negamos los avisos que los niños y niñas nos dan acerca de cosas que les preocupan, no los ayudamos, sólo nos tranquilizamos a nosotros mismos (a veces falsamente). Escuchar a la infancia es clave para protegerla: sus inquietudes, sus miedos, sus preocupaciones pueden estar más o menos fundamentadas (como las de todos), pero son reales y las sienten de verdad. Al ignorar sus peticiones porque “no saben” cometemos dos errores: perdemos la oportunidad de prevenir daños y protegerlos y rompemos la confianza que puedan tener en nosotros.
“Qué pesaditos son”
Los niños y niñas tienen derechos, por muy “pesaditos” que nos resulten. Los estereotipos que tenemos sobre la infancia nos llevan a pensar que cualquier niño o niña que no sea “adorable” se porta mal y que, si se porta mal, no es un “buen niño”. Una cosa es la disciplina, el respeto a las normas, la buena conducta, que es exigible a cualquier persona, grande o pequeña, y otra cosa es que estemos proyectando sobre las personas de menor edad unas exigencias de carácter basadas en estereotipos. Estos estereotipos son dañinos y pueden llevar a discriminación (edadismo), limitando las oportunidades de desarrollo de niños, niñas y adolescentes.
Participa en la conversación
Estos son sólo algunos de los falsos mitos sobre el derecho a la participación infantil y adolescente que las movilizaciones por el clima están haciendo aflorar. La parte buena es que podemos ponerlas sobre la mesa y reflexionar sobre ellas. ¿Conoces más mitos y bulos sobre la competencia ciudadana? ¿Cuál es tu visión desde un punto de vista educativo? Únete a la conversación en redes sociales: #EducaDandoAlas
Participación infantil y adolescente
Ideas para que la participación en el aula y el centro educativo contribuya a desarrollar el máximo potencial de cada estudiante.
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