COVID-19: Urge una atención adecuada y temprana a la salud mental de los niños
Desde UNICEF España pedimos que se fortalezca el sistema de salud mental y de apoyo psicosocial a las familias y niños en nuestro país y que la respuesta al coronavirus incorpore una estrategia específica sobre salud mental.
17/06/2020
La salud mental y la salud física están íntimamente relacionadas y conectadas, y no es posible una sociedad sana, ni salir de la crisis, si no se cuida la salud mental de todas y cada una de las personas que la conforman. Es el punto de partida de Salud Mental e Infancia en el escenario de la COVID-19, una recopilación de propuestas que hacemos desde UNICEF España para garantizar el derecho a la salud mental de los niños y adolescentes.
El impacto que la pandemia y el confinamiento podrían tener en el bienestar psicológico de la infancia, ha evidenciado la necesidad -ya patente- de ofrecer a este colectivo la atención específica que precisa en materia de salud mental.
El Comité de Derechos del Niño, en sus Observaciones Finales a España, ya consideró prioritario en 2018 que España adoptara una política nacional de salud mental infantil, además de asegurar la disponibilidad de personal especializado y el aumento de servicios.
COVID-19: España puede no contar con los medios adecuados
España corre el peligro de no contar con los medios adecuados para garantizar el derecho a la salud mental de los niños en nuestro país, dada la histórica infradotación de los servicios de salud mental y de apoyo psicosocial, la falta de una especialización en infancia en la Psiquiatría y la Psicología Clínica, o los problemas de coordinación entre todos los actores que intervienen.
“La salud mental de niños y adolescentes es inherente a su derecho a la salud y debe ser reconocido siempre y en toda circunstancia. La crisis provocada por la COVID-19 hace más urgente, si cabe, que se garanticen medidas de prevención y tratamiento y se fortalezca el sistema de salud mental y el de apoyo psicosocial en España con carácter permanente”, ha explicado nuestra especialista en Políticas de Infancia de UNICEF España Sara Collantes. “Ofrecer una atención adecuada y temprana a la salud mental de los niños y adolescentes es una prioridad ineludible y urgente”.
Según uno de los primeros estudios disponibles, realizado por la Universidad Miguel Hernández y la Università degli Studi di Perugia, sobre el impacto emocional de la cuarentena en niños y adolescentes de España e Italia, el 88,9% de los padres en España constató cambios en el estado emocional y comportamiento de sus hijos, siendo los síntomas más habituales la dificultad de concentración, desinterés, irritabilidad, agitación, nerviosismo, sentimientos de soledad, inquietud y preocupación. En este sentido cabe destacar que cada vez más expertos alertan del aumento de los casos y las consultas de salud mental de los niños, niñas y adolescentes en España.
COVID-19: El 88,9% de los padres ha visto cambios en sus hijos
Las circunstancias extraordinarias que estamos viviendo provocan respuestas emocionales extraordinarias. Lo que en otro contexto podría parecer patológico puede que no sea más que una expresión de dolor, sufrimiento o miedo durante un tiempo determinado. Por ello, es importante evitar una “patologización” excesiva, pero también acompañar a los niños para que elaboren la experiencia de lo vivido, y detectar posibles problemas en las primeras fases.
Si bien es cierto que la mayoría de los niños y niñas tiene una alta capacidad de resiliencia para superar acontecimientos estresantes y traumáticos como los que podemos estar viviendo, sin desarrollar problemas de salud mental, incluso en estos caos, es necesario detectar con la mayor urgencia posible los problemas que han podido surgir para proporcionar un apoyo apropiado y evitar que desarrollen problemas de salud mental a largo plazo”, ha señalado Collantes.
Además, es clave prestar atención a los colectivos más vulnerables, como lo niños de entornos sociales más desfavorecidos, los que son víctimas de violencia o abusos, los que tienen problemas preexistentes de salud mental, o los que arrastran otro tipo de traumas o desarraigo, como es el caso de muchos niños migrantes y refugiados.
En este contexto, urge que España acelere el proceso de adopción de la Estrategia Nacional de Salud Mental, garantizando una atención especial a las necesidades y derechos específicos de los niños y adolescentes. Desde UNICEF España pensamos que la elaboración de esta Estrategia debería ser prioritaria dentro del plan de respuesta de la COVID-19, y desarrollada mediante Planes Autonómicos.
COVID-19: Nuestras recomendaciones
Por todo ello, desde UNICEF España aportamos en este documento una serie de recomendaciones sobre los puntos que debe recoger la Estrategia Nacional de Salud Mental, que incluyen:
- Garantizar la especialización y formación en infancia de los profesionales de las redes de salud mental y de apoyo psicosocial, que incluya el reconocimiento de la especialidad de Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia y de Psicología Clínica infanto-juvenil.
- Impulsar políticas de atención a los factores de riesgo.
- Incorporar medidas específicas para prevenir y atajar problemas asociados a trastornos de salud mental en la infancia y adolescencia.
- Garantizar la coordinación de la red de salud mental con los profesionales que prestan apoyo psicosocial en los distintos ámbitos de infancia y juventud a nivel estatal, autonómico y local, como educación o protección de la infancia.
- Reforzar el papel de la atención primaria (médicos de familia, pediatras y psicólogos clínicos o sanitarios) y centros comunitarios en la prevención, detección, diagnóstico y tratamiento de los problemas de salud mental y bienestar psicológico
- Debe contar con la voz de los niños y adolescentes, y promocionar entre ellos la salud mental, con un foco especial en el ámbito educativo.
- Debe prever medidas específicas para crisis sanitarias como la derivada de la COVID-19.
Teniendo en cuenta la crisis sanitaria, educativa y socio-económica en la que estamos inmersos, nuestro país no puede continuar sin una política clara y una inversión suficiente en salud mental y en apoyo psicosocial, destinada a garantizar el derecho humano a la salud mental y el bienestar psicológico del conjunto de la población, y de los niños y niñas en particular.