Ucrania: "los niños no deben ser víctimas de conflictos"
Natalka, de 16 años, tuvo que huir de Shyrokyne, donde vivía con su familia. Nos cuenta la historia de su infancia, devastada por el conflicto armado.
24/02/2022
En el pueblo costero de Shyrokyne, en el este de Ucrania, no quedan lugareños ni edificios en buen estado, en todos ellos podemos visibilizar el paso del conflicto armado. Unos 2.000 residentes vivían allí pero, en 2015, fueron desalojados por culpa de los bombardeos. Entonces, la carretera a Shyrokyne se cerró y se convirtió en la única aldea en la línea de contacto - que separa las zonas controladas de las no controladas por el gobierno - sin población civil.
La última vez que Natalka, que vivía en Shyrokyne, vio su casa, fue cuando tenía 11 años. En ese momento, pensó que se iría por un par de semanas. Pero la salida forzosa duró seis años. Natalka no pudo volver a ver a sus amigos de la escuela hasta los 16, y lo hizo a través de fotos y vídeos de UNICEF captados por trabajadores humanitarios en la zona.
Natalka es una adolescente creativa, que ama la literatura histórica y la poesía. Queremos que conozcas la historia de su infancia, gravemente afectada por el conflicto armado, que ella cuenta con sus propias palabras.
"En 2014 solo vimos cenizas en nuestras calles"
A menudo pienso cómo hubiera sido mi vida si nuestra familia se hubiera quedado en Shyrokyne. Creo que sería una vida feliz. Tendría amigos.
Ahora, mi hermana, hermanos, mis padres y mis abuelos viven en Mariupol. Alquilamos una casa y voy a la escuela. Pero todavía echo de menos a mis amigos y la escuela en Shyrokyne.
Puedo cerrar los ojos y recordar mi clase. Estaba a la izquierda del pasillo desde la entrada principal. Me encantaba mirar por la ventana hacia el patio de la escuela, había árboles, arbustos y pájaros cantando. Y desde la segunda planta, podía ver el mar.
Recuerdo lo feliz que me hacía ir a nadar en las clases de educación física. En solo 15 minutos caminábamos desde la escuela hasta el mar. Ahora, a lo largo de este camino, solo quedan ruinas.
Cuando sonaba la campana para el recreo, inmediatamente salíamos corriendo, jugábamos, corríamos y creábamos nuestros propios juegos. Y todavía recuerdo una vez que encontramos un pájaro herido y todos en la clase tratamos de ayudarlo.
"La guerra se lleva los sueños de los niños"
Un invierno, el agua se derramó de una torre cerca de la escuela y se congeló formando olas. ¡Era hermoso, como un cuento de hadas! El profesor de educación física nos hizo fotos con el hielo y la nieve de fondo. Lamento no poder mostrar estas fotos que se quemaron durante el bombardeo.
Cuando pienso en la escuela, parece que siempre nos divertíamos. Solíamos hacer regalos para nuestros padres y leer poemas. Antes de las vacaciones de invierno, practicaba mucho en el club de baile. Pero siempre me ponía mala en las vacaciones de fin de año y nunca llegué a bailar en la celebración de la escuela.
Tengo recuerdos del comedor del colegio, a mis amigos y a mí nos permitieron cocinar albóndigas. Según nuestros profesores, estaban deliciosas. No sé si realmente eran sabrosas, pero estábamos muy orgullosos de cocinar como adultos.
Al finalizar el cuarto curso, todos escribimos nuestros deseos para el futuro. Nuestro profesor los recogió en un bote y prometió dárnoslos cuando nos graduáramos. Lamentablemente, eso nunca sucedió.
"Espero trabajar en una escuela segura y en paz"
Me enteré del comienzo de la guerra el 1 de septiembre de 2014. Fue la primera vez que vi los tanques en las calles de nuestro pueblo. Me asusté mucho cuando escuché las primeras explosiones. Mi padre estaba reparando algo en el patio y pensé que acababa de dejar caer algo enorme. Pero entonces mi hermano corrió hacia adentro gritando que el bombardeo había comenzado.
Nos escondimos en el sótano durante un rato. Luego le dijeron a mis padres que teníamos que irnos. Recuerdo cuando recogí mis cosas. Mis juguetes preferidos los puse en el bolso más bonito que tenía.
Quería coger mis cuadernos con mis primeros pequeños poemas. Pero la evacuación comenzó de repente y no estábamos preparados para ello. Mamá se fue de casa con una bata y zapatillas. Solo nos llevamos nuestra documentación. Por eso no tengo fotos de mi infancia ni de mi primer día en la escuela. Todo se quemó.
En 2015 fue la última vez que estuve en casa. He estado muy triste y enfadada. Es tan injusto, la gente debería poder vivir en su casa e ir a la escuela, pero yo no pude, ni siquiera tengo fotos u otros recuerdos. Ahora estoy tratando de superar todo eso.
Actualmente, estoy terminando la escuela y aprendiendo idiomas. Me encanta la poesía, la literatura y la historia, también me gustan los niños, creo que me convertiré en maestra.
Me entristece saber que todos los documentos sobre la historia de nuestro pueblo quedaron destruidos. Estaban en la escuela y, junto a ellos, se destruyeron nuestras esperanzas.
Cuando la guerra afecta la vida de los niños, es horrible. Todos crecemos con sueños y la guerra se los lleva, destruye el futuro. Los niños no deben ser víctimas de los conflictos.
Este año me gradúo en Mariupol, por lo que nunca más pasaré por una de las clases de mi antigua escuela. Pero para mí, mi infancia en Shyrokyne permanecerá para siempre en mi corazón. Si soy maestra en el futuro, espero poder trabajar en una escuela segura y en paz. Porque ninguna escuela en el mundo merece ser destruida.
UNICEF da apoyo a la población del este de Ucrania
En UNICEF trabajamos con nuestros aliados en el terreno para impulsar los derechos de los niños y niñas a ambos lados de la línea de contacto.
Tras ocho años de conflicto, el bienestar de toda una generación de niños se ha visto gravemente afectado. Casi 430.000 niños y niñas viven con secuelas psicológicas y necesitan apoyo continuo para abordar el trauma emocional de crecer en un conflicto tan largo.
Estamos brindando apoyo psicosocial y educación sobre el riesgo de las minas a 180.000 niños, adolescentes y cuidadores, a la vez que participamos en la reparación de las escuelas dañadas y de las instalaciones de agua y saneamiento.
Ampliamos aún más nuestra labor en el este de Ucrania debido a la pandemia de COVID-19. En este sentido, distribuimos vacunas, suministros y equipos de cadena de frío. A su vez, apoyamos los esfuerzos nacionales para fortalecer el sistema de atención médica y trabajamos con la comunidad para garantizar un mejor servicio y cobertura.
Desde UNICEF hacemos un llamamiento de emergencia de 13,3 millones de euros para atender las necesidades humanitarias de 780.000 personas y más de 120.000 niños y niñas. Los fondos se destinarán a salvar y proteger su salud, educación, suministrar agua, saneamiento e higiene, y contribuir también con transferencias monetarias para las familias más afectadas.
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