Pescadores de plástico en filipinas
Miles de niños y niñas intentan sobrevivir en un barrio de chabolas rodeado de aguas muertas.
En el distrito de Tondo en la bahía de Manila viven 70.000 personas en un solo kilómetro cuadrado sin electricidad ni agua potable.
Wenie Mahiya, con 13 años se gana la vida pescando plásticos en el agua contaminada de la bahía.
Niños como ella de hasta 7 años, cruzan estas peligrosas aguas sucias incluso cuando azotan los frecuentes tifones de la zona.
Se enfrentan cada día a sufrir diarrea, dengue, leptopsirosis e infecciones de la piel. Enfermedades agravadas por una desnutrición generalizada.
En Filipinas está prohibido el trabajo infantil, pero es imprescindible para su supervivencia intentar ganar estos 50 pesos diarios (90 céntimos de euro).
Wenie pudo mudarse con su familia al campo donde no enferma tan a menudo. Echa de menos a sus amigos, pero ahora ve más cerca su sueño de ser profesora.
Los niños más desfavorecidos son los más afectados por la contaminación. Educación, salud y protección son imprescindibles para que puedan dejar de estar con el agua al cuello.