Crisis de Siria: cualquiera de nosotros
Por Najwa Mekki, post publicado en elmundo.es.
Una y otra vez me lo repito: esto nos podría pasar a cualquiera de nosotros.
Los sirios que hoy en día están en campos de refugiados no tenían una vida muy distinta a la que tenemos muchos de nosotros: llevaban por la mañana a sus hijos al colegio en coche, tenían sus trabajos, sus aficiones, los niños tenían sus mascotas.
Hoy no tienen nada.
La guerra ha arrasado su vida.
Hace unos días en Za'atari, el campo de
refugiados que acoge a más de 120.000
sirios en Jordania, conocí a
dos mujeres. Estábamos en la carpa donde los recién llegados se
inscriben como refugiados. Una de ellas tiene 28 años, estaba con
su cuñada. Con ellos también habían llegado su hermano y los hijos
de una de ellas.
Comenzamos a hablar. Eran de Deraa, un pueblo del sur de
Siria. Dista tres horas de Jordania en coche pero ellos
tardaron diez días en
llegar caminando, muchas veces de noche.
Estuvieron en la frontera tres días sin dormir y sin un techo bajo
el cual cobijarse.
Toqué la cara de uno de sus hijos, un bebé. Normalmente tienen
la piel suave, pero éste tenía la piel dura, áspera. Miré la mano
de una de las mujeres, estaban blancas, cuarteadas por la
deshidratación.
La historia de esta familia es una más de los dos
millones de dramas de refugiados sirios que han
tenido que huir de su país en busca de
un lugar temporal donde cobijarse, con el sueño de poder volver
algún día a sus hogares, a sus raíces, a su tierra.
Se acerca un camión a la carpa de registro. En él se montarán
los miembros de esta familia y los llevará a un prefabricado o a
una tienda de campaña. El camión carga unos colchones que serán los
que usendurante su nueva vida en Za'atari.
CRISIS DE SIRIA: VACUNAS Y PROTECCIÓN PARA LOS NIÑOS
Para los niños que llegan a los
campos de refugiados lo más urgente es
la vacunación porque el sistema de salud
en Siria está
muy deteriorado a causa de la guerra. Muchos niños
llevan sin vacunarse meses e incluso
años.
Otro apoyo fundamental para los pequeños que llegan después de
haber conocido la violencia de la guerra es
la atención psicológica. En los campos de
refugiados hay espacios amigos de la
infancia, lugares donde los niños
están protegidos,
reciben atención psicológica y
hacen actividades lúdicas de
recuperación del trauma. Son lugares excepcionalmente alegres
dentro del campo.
Los niños al entrar se quitan los zapatos, hay juguetes y de
las paredes cuelgan sus dibujos. Entre las actividades está la
pintura, una forma de expresión en la que se puede ver cuál es el
estado emocional del niño e identificar cuáles son los que más han
sufrido y que necesitan una atención particular.
Son testimonios visuales que reflejan
el sufrimiento que han atravesado,
demasiado para su corta edad. Pero también una herramienta
esperanzadora, pues sabemos que estas y otras técnicas les ayudan a
superar el trauma, a ir recuperando poco a poco
su estabilidad emocional de niños en
este lugar de tránsito.
Un lugar que no debería ser hogar para ningún niño.