Mutilación genital femenina: cuando nada puede pararnos
“Les conté cuánto me había dolido la operación, el trauma que supuso para mí y cómo perdí la confianza en mis padres. Decidieron que no querían que eso le ocurriera a su hija”. Meaza Garedu, de 14 años, sufrió mutilación genital cuando tan sólo tenía 10 años y ahora sensibiliza sobre los efectos de esta práctica en su comunidad, en Etiopía.
Al menos 120 millones de niñas y mujeres en el mundo sufren las graves consecuencias de la mutilación genital femenina. Y alrededor de 30 millones de niñas están en riesgo de ser sometidas a esta práctica cada año. Se trata de una práctica fuertemente arraigada en la costumbre y que se basa en la desigualdad de género.
10.000 comunidades han renunciado a esta práctica
Pero podemos cambiarlo. En el año 2008,UNICEF y UNFPA (Fondo de Naciones
Unidas para la Población) iniciamos un programa conjunto en
15 países de África donde el número de mujeres que son
víctimas de mutilación genital femenina es alarmante.
Países como Somalia, Guinea y Yibuti, con tasas de prevalencia
por encima del 90%, forman parte de este programa, que fija
diferentes objetivos: crear leyes que prohíban la
mutilación; desarrollar campañas mediáticas para informar
sobre los perjuicios de esta práctica; formar a los
trabajadores de salud y equipar a los
centros con los materiales adecuados para el tratamiento y
prevención…
Desde el inicio del programa hemos conseguido grandes cosas.De los 15 países, en 11 de ellos la legislación prohíbe ya
la mutilación genital. Los últimos en sumarse han sido
Guinea Bissau y Kenia en 2011.
Incluso en los países donde se registran las mayores tasas,
está cambiando la actitud con respecto a la práctica. En Egipto,
por ejemplo, donde el 90% de las niñas y mujeres han sido
mutiladas, se ha duplicado el número de niñas y mujeres de entre 15
y 49 años casadas que piensan que la mutilación genital femenina
debe erradicarse.
Programas participativos, la fuerza del grupo
Pero hemos conseguido algo más importante: la razón que nos
hace creer que podemos evitar que más niñas sufran una vulneración
tan grave de su derecho a la integridad física y moral:cerca de 10.000 comunidades de los 15 países, con unos 8
millones de habitantes, han renunciado a la práctica. Sólo
el año pasado, un total de 1.775 comunidades en África declararon
públicamente su compromiso de erradicarla.
Se trata de pequeños pueblos en los que hasta hace bien pocola presión social, el miedo a la exclusión y las
costumbres, eran poderosas razones para mantener la
mutilación genital de niñas y mujeres, y que ahora han declarado
públicamente, con un compromiso explícito, que ninguna otra
niña en su comunidad tendrá que sufrir tan grave
agresión.
Los programas participativos de enfoque
comunitario que desarrolla UNICEF permiten que las
comunidades discutan sobre los problemas que les afectan de forma
abierta y natural. En los diálogos comunitarios, poco a poco, todos
se atreven a comentar las consecuencias negativas que ha tenido la
ablación sobre sus hijas o mujeres.
Y la presión que antes existía para mantener esta costumbre,
se convierte en la presión para eliminarla gracias a lafuerza del grupo. Y es que las personas,
individualmente, podemos hacer grandes cosas. Pero cuando nuestros
miedos se reflejan en los del otro, cuando el “tú” y el yo” se
convierte en “nosotros”, entonces, nada puede
pararnos.