Salimos de casa en familia… ¿Y ahora qué?
Los niños y niñas menores de 14 años podrán salir de casa desde el 27 de abril, con algunas limitaciones. Esto traslada una gran responsabilidad a las familias y, quizás, algo de estrés añadido. ¿Cómo lo hacemos para hacerlo bien?
23 ABR 2020
Educar no es fácil, y hacerlo en medio de una crisis mucho menos. El aislamiento en el hogar nos priva de muchos buenos momentos pero también nos da algunas certezas, frustrantes, pero certezas al fin y al cabo: salvo dolorosas excepciones, en estos días cada casa es un entorno de seguridad, de confianza y de espontaneidad. La calle, que siempre había sido un lugar abierto, de esparcimiento y de libertad, está ahora llena de limitaciones, de restricciones y de normas que son ajenas a lo que entendíamos como vida cotidiana pero que tenemos que asumir como propias cada vez que salimos. Transmitir esto a un niño o niña que está deseando a salir a la calle (a la “calle de siempre”, no a la de ahora) puede ser un esfuerzo educativo titánico.
El enfoque de Educación en Derechos nos permite abordar este conflicto desde una perspectiva de derechos y responsabilidades que nos puede ayudar a afrontar esta situación fortaleciendo las competencias ciudadanas de los niños y niñas. Para ello es muy importante tener presente que cada salida supone el conflicto entre dos derechos: el derecho a la salud y el derecho al juego y que hay que ayudar a cada niño a que sea capaz de entender la situación y, en la medida de sus capacidades, tomar decisiones responsables.
Vamos a intentar reflexionar sobre algunas cuestiones para que podamos sacar algún aprendizaje positivo de este nuevo reto educativo que nos plantea el coronavirus.
Si podemos salir… ¿es que no hay riesgo? ¿es totalmente seguro?
Los datos disponibles indican que la cifra de mortalidad y morbilidad por COVID-19 es mayor ahora que cuando empezó el aislamiento. Se confía en que parte de la población pueda estar ya inmunizada, pero se desconoce aún en qué medida. Los niños y niñas podrán salir a la calle, no porque el riesgo haya pasado, sino porque ha sido una amplia petición de las familias, basada en necesidades sociales y emocionales. Esto traslada a las familias parte de la responsabilidad sobre el control de la propagación del virus. Algunas recomendaciones para que los niños y niñas puedan entender y asumir la situación:
- Al salir, evita transmitir una sensación de excesiva seguridad. No hay que decir “no pasa nada”: El riesgo existe y hay que hacerle frente sin falsear la situación.
- El extremo contrario tampoco es bueno: demasiado temor o control puede terminar haciendo que la salida sea una experiencia negativa que incremente los miedos o temores que pudieran estar ya presentes.
- Un enfoque que puede ser práctico es transformarlo en una aventura, en función de la edad: podemos estar de misión en la luna, en una selva tropical con serpientes y arañas o cualquier cosa que se nos ocurra y nos pueda ayudar a transformar las normas de prevención en reglas del juego.
¿Qué medidas de protección son necesarias?
Las que con carácter general y en cada momento determinen las autoridades, en lo que se refiere a horarios, distancias, actividades, higiene y elementos de protección individual (EPIs). Al referirnos a niños y niñas, sin embargo, se presentan algunos retos:
- Las medidas de desinfección necesarias al volver al hogar (higiene personal, cambio de zapatos, lavado de la ropa, limpieza de los juguetes…) puede ser especialmente complicada en determinados rangos de edades o dependiendo de la situación emocional del momento. Es importante tener esto en cuenta y preverlo para que la vuelta a casa sea lo más tranquila posible.
- Si los EPIs fueran necesarios, puede llegar a ser difícil encontrar tallas de mascarillas y guantes para los más pequeños. En estos casos, hay que hacer caso a las autoridades sobre las medidas de protección alternativas más adecuadas.
- Los elementos de protección presentan una dificultad adicional para muchos niños y niñas: al estar incómodos con ellos, se los quitan o pueden sentirse frustrados. Si es el caso, considera todas las opciones higiénicas alternativas e incluso valora si el paseo es posible.
Hablando de frustración, ¿cómo la manejamos?
La perspectiva de un paseo parecido al de una estampa victoriana, con los niños tranquilamente dados de la mano de los adultos, jugando tranquila y controladamente, sin tocar nada… quizás no sea lo que tenemos en la cabeza cuando pensamos en salir con ellos y, lo más importante, no es lo que los propios niños y niñas tienen en mente. Por eso es muy importante:
- No generar falsas expectativas sobre las salidas. Si los tranquilizamos con promesas que no vamos a poder cumplir, estaremos traicionando su confianza y la situación puede ser peor luego.
- Respetar sus decisiones sobre salir o no: algunos niños pueden preferir quedarse en casa a salir, si no van a poder jugar en la calle o ver a sus amigos. Puede resultar desconcertante pero, especialmente a partir de cierta edad, tienen sus razones.
- Si queremos que los niños salgan a la calle por su bienestar, es importante que se lo hagamos saber: del mismo modo que no es fácil convencerlos de que comer verdura cocida es divertido, no vamos a conseguir que crean que “salir a estirar las piernas y que nos dé el sol y el aire”, es divertido. Hay que hacer un esfuerzo por involucrarlos y responsabilizarlos en hábitos saludables.
- Tener un “Plan B”. Es importante que tengamos una alternativa preparada en caso de que la salida se tuerza o empiece a ir mal, evitando trasladar nuestras propias frustraciones y expectativas sobre ellos o echándoles la culpa por no portarse bien.
¿Y si salen a la calle y eso no les ayuda a sentirse mejor?
Esta es la pregunta a la que todos tenemos un poco de miedo. Una reflexión muy importante que tenemos que hacernos siempre como educadores es dónde terminan las expectativas, deseos y sueños de los niños y dónde empiezan los nuestros. Todos queremos que la pandemia acabe, que deje de haber personas sufriendo, que podamos volver a nuestras rutinas de estudio y trabajo, que los trabajadores de los sectores esenciales puedan descansar un poco… pero eso va a tardar en llegar. Incluso cuando llegue, tardaremos un tiempo en sentirnos bien. Es necesario que los niños y niñas también lo sepan.
En esta emergencia, como en todas, es clave para el bienestar emocional de los niños, niñas y adolescentes que les transmitamos calma, confianza y responsabilidad: ellos tienen algo importante que hacer, contribuyendo a que todo salga bien y tienen que ser conscientes de ello. Pero esto no significa que depositemos sobre ellos expectativas que no pueden cumplir. Durante toda la infancia y la adolescencia, tenemos nuestras capacidades emocionales en desarrollo y eso nos hace a la vez más fuertes y más vulnerables. Durante una crisis, son muchos los factores vitales que se alteran y no siempre los más evidentes son los que causan más estrés. Ahora mismo hay muchos elementos que pueden estar afectando a las emociones de los niños y niñas, además del confinamiento, y debemos tenerlos en cuenta:
- El cierre de los centros escolares, la dificultad para estudiar, la incertidumbre sobre el cierre del curso, los exámenes o las notas.
- Las relaciones sociales: Internet no es igual que el parque o el patio de recreo y los roles de popularidad, liderazgo o confianza pueden haber cambiado radicalmente.
- La preocupación por las personas enfermas o con mayor riesgo de enfermar, aunque no las conozcan, pero especialmente si tienen abuelos o conocidos mayores.
- La preocupación por la propia salud, acentuada por el tratamiento mediático de la pandemia y las conversaciones que escuchan en su entorno.
- La preocupación por la economía, el trabajo y la situación laboral de sus padres.
- La falta de participación en la toma de decisiones, especialmente las educativas, sobre todo entre los chicos y chicas más mayores.
Hay muchas otras, tantas como niños y niñas, pero una de ellas es básica: el estrés que perciben en sus familias. Por mucho que les digamos que “todo va a salir bien”, si no lo sienten, no lo van a creer.
¿Todo va a salir bien?: Quizás, pero mejor: Hagamos que todo salga bien
Sujetos de derechos
Desde que en 1989 se ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño, los niños, niñas y adolescentes son considerados en todo el mundo sujetos de derechos. Esto significa que tienen la ciudadanía plena y que, en la medida de sus capacidades, pueden participar de las decisiones que les afectan y asumir su responsabilidad en el ejercicio de sus derechos y en la protección de los derechos de los demás.
En una situación de crisis que afecta a la salud pública, esto significa que los niños y niñas no sólo necesitan ser educados en la protección de su propia salud, sino en la protección de la salud de los demás. Hacerlo fortalecerá su sentido de la responsabilidad, su autonomía, su percepción de la propia capacidad para mejorar las cosas y su habilidad de toma de decisiones.
#educaCOVID19
La COVID-19 está teniendo un impacto muy importante en derecho a la educación de millones de estudiantes, en los docentes y centros educativos y en las familias. Se requieren soluciones innovadoras, recursos y tiempo, pero también paciencia y buena voluntad. Juntos podemos superar este bache educativo y convertirlo en una oportunidad de aprendizaje. ¡Hagamos que todo salga bien!