Los niños sirios en Turquía miran al futuro

“Puedo expresar mis opiniones sin presión, viviendo en libertad y con seguridad”. Así es como un niño sirio, desplazado por la guerra,  que vive en un campo de refugiados en Turquía, define cómo se siente durante una clase de arte organizada con el apoyo de UNICEF Turquía

 

Estas clases son una de las varias actividades iniciadas por UNICEF Turquía en los campos de Osmaniye y Sarıçam, como parte del programa para los niños sirios bajo protección temporal en Turquía. Estos acogedores espacios proporcionan a los niños un lugar seguro en el que realizar actividades recreativas y de descanso, dándoles la oportunidad de expresarse a través de actividades que ellos mismos han elegido. 
 
Las primeras cuatro clases de arte en el campo de refugiados han servido también para movilizar a jóvenes voluntarios, que a su vez motivarán a otros jóvenes del campo para que participen en ellas. 
 
Las clases empezaron con el objetivo de ayudar a los niños a expresarse por sí mismos y hacer que sus voces sean escuchadas. Se les propuso que escribieran una carta dirigida a “El mundo”, en la que construyeran puentes hacia nuevas esperanzas. Los niños hicieron el resto, y entendieron en seguida por qué se habían elegido los puentes. Ahmed*, de 14 años, decía “un puente nos ayuda a conseguir nuestros objetivos, y puede conectarnos con otros mundos”.
 

La esperanza de Fatma

Fatma, de 17 años, es una de las jóvenes que asiste a las clases. Ella y su familia huyeron de Hama, en Siria, hasta llegar a Turquía, hace siete meses. Primero llegaron al campo de Nizip, y después fueron al de Sarıçam. 
 
Fatma está preocupada por sus familiares y amigos con los que ha perdido el contacto, y se pregunta si seguirán vivos. Dice que lleva a su espalda todas las cargas de su familia , y queno hay en el mundo suficiente papel o pintura con los que explicar su historia, sus sentimientos,  lo que ha visto.  
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Sin embargo, Fatma está llena de esperanza. Quiere ser ingeniera, mejorar su turco y continuar con las clases en el campo,aprovechando esta oportunidad para ponerse al día en su educación, que tuvo que interrumpir cuando dejó su escuela en Siria. “Necesitamos más apoyo de nuestros profesores, porque el tiempo pasa rápido, y nosotros ya hemos perdido casi tres años de educación”, dice. 
 
Gracias a estas clases de arte, los niños expresan muchos de sus deseos. Cada niño tiene diferentes expectativas en la vida, pero hay un mensaje que los une a todos: “la paz es el indicador de los derechos” dicen, mientras esperan que sus sueños se hagan realidad. 
 
*Algunos nombres se han cambiado