'Mi hijo ya no come arena'
Post de Paloma Escudero, Directora Ejecutiva de UNICEF España
Solo quienes han sido testigos de los efectos de los programas de prevención de la desnutrición infantil y el tratamiento de los casos agudos, son capaces de calibrar suimpacto. A los pocos días de comenzar con los suplementos alimenticios, los niños recuperan la vitalidad, la sonrisa y las ganas de jugar, y las familias se convierten en el mejor altavoz de la campaña. Algunas madres describen el efecto con una sencillez demoledora: “Mi hijo ya no come arena”. Toda la crudeza del hambre y toda la esperanza de un presente mejor en solo seis palabras.
La lucha contra la desnutrición infantilencapsula toda la argumentación a favor de la ayuda al desarrollo:
la reducción de las desigualdades que lastran el futuro de los
niños es una inversión justa, rentable y eficaz, y
Mauritania constituye un éxito poco conocido en esta batalla.
Aunque la desnutrición crónica sigue afectando a uno de cada cuatro
menores de cinco años, a lo largo de las últimas décadasMauritania ha logrado reducir a la mitad su prevalencia y
camina hacia el cumplimiento del Objetivo del Milenio para
2015. De haber seguido la trayectoria del continente,
Mauritania tendría hoy 87.000 niños desnutridos más.
Durante los últimos cinco años el país ha ido dando los pasos
que le permitirían prevenir la desnutrición del futuro y lo ha
hecho gracias a la voluntad política del Gobierno, la creatividad
de las organizaciones humanitarias y los recursos económicos de los
donantes. España, en particular, ha jugado un papel
protagonista en este esfuerzo. El vehículo concreto ha
sido la Iniciativa REACH, a través de la cual, Gobierno y agencias
internacionales combinan políticas activas de nutrición, seguridad
alimentaria y protección social en un esfuerzo innovador y
coordinado que puede marcar el camino de la lucha contra el hambre
en las próximas décadas.
En un momento de restricción generalizada del gasto
público, como la que se está produciendo en España,existe la necesidad de justificar el valor y el impacto de
cada euro. Precisamente este caso que describe el reciente
informe de UNICEF España, Mi hijo ya no come arena, es una
excelente oportunidad para demostrar a los contribuyentes
españoles, el valor de la ayuda y la necesidad de sostener
los programas de cooperación. Cooperar para contribuir al esfuerzo
de todas aquellas poblaciones que afrontan las consecuencias de la
desigualdad tiene resultados reales y concretos: 87.000 niños menos
no comerán arena en Mauritania.
Ahora, la pregunta que nos hacemos muchos es cómo
vamos a poder mantener esta trayectoria de éxito en el
futuro, cuando a la crisis múltiple que castiga a toda la
región del Sahel, se unen las incertidumbres sobre el compromiso
financiero de los países donantes como España, que ha reducido los
fondos de ayuda al desarrollo en un 70% en los últimos años.
Con todo, incluso en este contexto de crisis, hay
margen para tomar decisiones estratégicas y buscar salidas
que no generen más desigualdad. La protección de los más
vulnerables tiene que estar en el centro de las decisiones. Es el
único modo de evitar, como ha dicho recientemente
Ban Ki-Moon, que “carguemos sobre las espaldas de los más
débiles el efecto de la austeridad fiscal”.