Siria: Bashir quiere volver a casa
Bashir y su familia huyeron de su hogar en Deraa, al sur de Siria, hace siete meses, el tiempo que lleva viviendo en el campamento de refugiados de Za’atari, Jordania.
“Echo de menos todo en Deraa. Vivir aquí en el campamento de Za’atari está bien, pero en Siria se está mejor. No quiero otra cosa que volver a nuestro país”, dice.
"Me gusta ir a la escuela"
La familia de Bashir fue de las primeras en llegar a Za’atari, que hoy es el hogar de unos 100.000 sirios. Desde entonces han pasado de una tienda de campaña a una unidad prefabricada de una sola habitación, que se ha convertido en su hogar.
La apertura de la escuela del campamento en octubre le ha
proporcionado la atención que necesitaba. De esa manera, tan solo
perdió 2 meses de clases.
“Me gusta ir a la escuela por la educación,
me gusta aprender inglés. Continúo aquí para no perder mi
educación”, dice. “Cuando volvamos a Siria, continuaré mi
educación y voy a tener éxito en el futuro. Quiero
ser médico”, añade con entusiasmo.
Bashir es uno de los 5.400 niños
registrados en el colegio apoyado por UNICEF en el
campamento de Za’atari. Además de educación,la escuela también les proporciona algún grado de
normalidad a sus vidas, después del estrés al que han
estado sometidos.
Con un número cada vez mayor de refugiados
sirios llegando cada día a Jordania (solo
en febrero llegaban una media de 2.200 sirios al día), establecer
más instalaciones educativas es crítico. Se
espera que abra una segunda escuela la próxima semana para5.000 niños más. Y ya ha comenzado la construcción
de una tercera, pero puede que no llegue a abrir por la falta de
fondos.
“Sin las instalaciones, los niños se dispersarían por el
campamento y se aburrirían”, dice Bashir.
Cuando no está estudiando, Bashir está en los centros
para jóvenes del campamento, donde los niños realizan un
gran número de actividades, desde jugar al fútbol, al baloncesto o
pintar. La mayor parte de las tardes, Bashir aprende también a usar
el ordenador.
“La educación es la luz y la ignorancia es la oscuridad”,
dice.
Alarmante falta de fondos
Bashir no es el único miembro de la familia que se mantiene
ocupado. Su padre, Nabeel, ha creado un próspero negocio de venta
de falafel junto a la carretera principal del campamento. Los
ingresos de Nabeel ayudan a mantener a la familia y les permite
ahorrar para su regreso.
Con un número cada vez mayor de refugiados, UNICEF y
sus aliados están trabajando para proporcionar agua potable,
educación, servicios de salud y protección infantil a la
población.
Sin embargo, apenas se ha recaudado el 20% de los
fondos, lo que pone en riesgo la continuidad de la ayuda y
supone una grave amenaza para una generación de niños y niñas
sirios.