Sudán del Sur: las voces del hambre
Esta noticia se publicó originalmente en El Mundo.
UNICEF ha hablado con niñas y mujeres en Kiech Kon, un pueblo remoto de Sudán del Sur, para escuchar sus historias, para aprender sobre sus vidas y para conocer sus esperanzas para el futuro.
Estas son las voces del hambre en Sudán del Sur:
Nyaluak Wie, 14 años
"Si mi familia no tiene dinero y toma la dolorosa decisión de vender una cabra o una vaca para conseguirlo, tenemos que ir andando a la ciudad más cercana, donde hay un mercado. Allí utilizamos el dinero para comprar la harina de maíz o aceite de cocina.
No hay nada de eso en Kiech Kon, que es el pueblo donde vivo. Caminamos tres días. Sí, tres días, durante los cuales dormimos en el camino, simplemente acostados debajo de un árbol tratando de evitar la lluvia. Hay serpientes y muchísimo lodo y agua pantanosa.
Tenemos que hacer esto porque hoy no tenemos otra forma de conseguir alimento para nuestras familias".
Nyatuoch Wie, 15 años
"Solíamos ir a la escuela en otro pueblo que está a dos horas de distancia de aquí, pero por la guerra la escuela se cerró y tuvimos que venir aquí a Kiech Kon.
Está bien. Es un poco aburrido, pero al menos estamos todos juntos y la familia está aquí también. Nos hemos registrando para que Naciones Unidas nos dé gotas, vacunas, alimentos y educación para la salud. Estas son cosas que nadie más nos está dando ahora.
Cuando pienso en el futuro creo que quiero ser enfermera o médico para ayudar a la gente. Aquí hay muy pocos profesionales de la salud y hay una gran necesidad. Incluso antes de la guerra, que ha hecho las cosas más duras aún, era difícil.
Donde yo vivo ahora no hay ni medicinas. Nadie puede encontrar ayuda si tiene malaria o si hay un parto difícil o si su hijo está enfermo".
Nyibol Jul, 14 años
"He visto muchos aviones pequeños que aterrizan en la pista aquí, en el pueblo donde vivo, en Kiech Kon, en el estado del Alto Nilo, y traen gente de lejos que vienen a ayudarnos, como médicos y enfermeras.
Por eso, yo quiero ser piloto de un avión para ayudar a todas las personas de Sudán del Sur. No hay carreteras aquí, así que me parece que ser un piloto puede realmente ser una muy buena manera de ayudar a mis paisanos y paisanas".
Nyibol Chok, 13 años
"Solíamos ir a la escuela en otro lugar a dos horas a pie, pero cerró cuando la crisis se inició en diciembre de 2013.
Desde entonces hemos vivido en este pueblo de Kiech Kon donde estamos a salvo.
Necesitamos educación. Ya hemos perdido casi un año de escolarización. Eso no es bueno para nosotras. Necesitamos una educación de calidad con profesores cualificados, no alguien que apenas haya terminado de estudiar un grado y trate de enseñarnos algo.
Quiero ser médica y trabajar en el hospital para ayudar a la gente. Hay una gran necesidad de médicos en Sudán del Sur. Aquí en Kiech Kon solía haber un médico, pero ahora debido a la guerra él no tiene suministros y ningún equipo y realmente no puede ayudar más".
Nyapith Roaw, 14 años
"Quiero ser médico, hay muchas personas aquí que necesitan ayuda. Pero me preocupa que puedan acabar casándome pronto.
Si estás casada aquí, entonces tu vida diaria es sólo caminar lejos para ir a encontrar agua, o caminar muy lejos para encontrar algún alimento en el mercado que está a unos días del pueblo de Kiech Kon en el estado del Alto Nilo.
Es difícil desafiar a las necesidades de una familia cuando te casas. Como no hay una escuela, a muchas jóvenes las casan pronto. Sus familias son pobres debido a la crisis, y no son capaces de resistir la oferta de una dote.
Esto significa que las mujeres no son capaces de completar sus estudios. En su lugar, ellas caminan lejos todos los días sólo para encontrar agua o comprar en el mercado. Ese no es el futuro que mis amigas y yo queremos".
Nyagach Ngot, 15 años
"La vida aquí en Kiech Kon es difícil, sobre todo, ahora debido a la guerra. No podemos pasar por casi ningún sitio.
Por supuesto que existe la necesidad aquí de educación y necesitamos médicos, pero también necesitamos otras cosas, sobre todo me gustaría tener una red de telefonía móvil. Estamos muy aislados en mi pueblo, porque no hay energía y no hay manera de comunicarse.
Tengo parientes y amigos que viven en Jartum, en Etiopía y en Kenia; pero no tengo manera de saber si están bien. De hecho, aunque digo que están en esos países, ha pasado tanto tiempo desde que hablé con ellos que ya no puedo estar segura. Podrían estar en cualquier parte".