Burkina Faso: buscando soluciones locales para una crisis alimentaria regional

Después de 35 días en el hospital de Dori, Mariama, de 2 años, se está recuperando. Llegó al hospital con tan solo cinco kilos con grave riesgo para su vida a causa de la desnutrición aguda grave.  El caso de Mariama no es único, a lo largo de estos dos últimos años el hospital ha presenciado un flujo constante de historias, como consecuencia de la crisis alimentaria de El Sahel, que ha puesto la vida de más de un millón de niños en riesgo de muerte. 

Burkina Faso, un país perteneciente al cinturón de El Sahel, sin salida al mar y con una población de 17 millones de personas, a pesar de ser uno de los mayores productores de oro de África es también uno de sus países más pobres. Aunque los informes indican que la cosecha agrícola de este año ha mejorado, se estima que alrededor de 430.000 niños sufrirán de desnutrición aguda en 2013, incluyendo 100.000 con desnutrición aguda grave.

UNA SUMA DE FACTORES DEVASTADORA

La historia de Mariama ilustra la compleja mezcla de factores que se esconden detrás de estas cifras. Cuando Mariama tenía  14 meses de edad, su madre Aissato Hame, de 30 años, quedó embarazada de nuevo y se detuvo su periodo de lactancia. Esta circunstancia dejó a Mariama sin lo necesario para comer. Con otras cuatro bocas que alimentar, y escasez de comida en su pueblo, la familia no conseguía llegar a los 2.000 CFA al día (alrededor de 4 dólares) necesarios para alimentarlos a todos. Como resultado, la salud de Mariama se deterioró hasta que su madre finalmente la llevó al hospital.
 
Desde entonces, la madre de Mariama ha aprendido a preparar papillas nutritivas asequibles con cacahuetes y ha recibido alimentos terapéuticos para que pueda volver a casa. Por orto lado, el hospital, con el apoyo de UNICEF y Médicos del Mundo, les proporcionará también el transporte para que puedan volver a la semana siguiente a su respectivo chequeo. El tratamiento continuará hasta que su salud termine de mejorar.
 

LA MEJOR PREVENCIÓN ES UNA BUENA EDUCACIÓN

Trabajadores en salud comunitaria llevan un tiempo de puerta en puerta por diversos pueblos educando y sensibilizando a los padres sobre las buenas prácticas alimentarias nutritivas y detectando posibles casos de desnutruición. Uno de los mayores retos a los que se enfrentan no es solo la escasez de alimentos, sino también las actitudes culturales. 
 
Al educar a las familias sobre las buenas prácticas alimentarias, se están empezando a ver claras diferencias en las comunidades a las que sirven. Las familias comienzan a saber identificar los indicios de la desnutrición aguda.