Los miedos y las esperanzas de una madre en Kenia
Por Manuel Moreno, Especialista en Comunicación de UNICEF Kenia
Cuando el cielo se cubre de un manto gris de nubes densas y el
viento sopla con fuerza, en cualquier lugar del mundo se espera
lluvia, pero Dadaab, una sucesión decampamentos de refugiados en la frontera entre Kenia y
Somalia, no es cualquier lugar del mundo, y hay pocas
posibilidades de que llueva en esta región de África oriental
golpeada por la sequía.
La lluvia sería un alivio para Ibdio. Su vida
fue difícil, incluso antes de llegar a Dadaab. Tuvo su primer hijo
con 11 años. Ahora es una madre soltera de 25 años con tres
niños, y su hijo mayor, Faisal, tiene 14.
Ibdio y su familia llegaron a Dadaab hace unos diez días y,
como el resto de las cerca de 1.300 personas que
arriban todos los días, tenían que encontrar un
sitio en el hacinado campamento de Dagahaley.
Los tres campamentos que componenDadaab (Dagahaley, Ifo y
Hagadera) fueron diseñados originalmente para albergar a
90.000 personas después de la guerra civil de Somalia en 1992.Unos 400.000 desplazados viven en la actualidad
aquí. Dadaab se ha convertido en el mayor complejo de
refugiados del mundo, y continúa creciendo.
La familia Ibdio dejó Dinsor, en la region somalí del Bajo
Juba devastada por la guerra, a causa del hambre y el miedo.Su historia no es diferente a la de los 40.000 refugiados
que han llegado desde principios de junio.
Ibdio y su familia tardaron 15 días en llegar a Dadaab y el
viaje fue duro y peligroso. "Salimos (de Somalia) con esperanza.
La esperanza es lo que nos dio fuerza para seguir... pero
ahora que estamos aquí no sabemos qué hacer. No hay nada
para nosotros ", comenta la joven madre.
Su marido les abandonó una semana antes de que decidieran
marcharse. Huyó con las dos últimas vacas vivas. "Perdió la cabeza
debido a la sequía que estaba matando a todos nuestros animales",
piensa Ibdio en voz alta.
Ibdio, junto a su madre y sus tres hijos, viajaron los
primeros 120 kilómetros en coche. Cuando se estropeó, siguieron a
pie durante cinco días. En el camino vio familias que enterraban a
sus hijos o a sus padres, y sentía el temor constante de perder a
uno de los suyos.
"Otro camión nos llevó a Dhobley (ciudad fronteriza con
Kenia). Sin embargo, en la frontera tuvimos que dejar atrás todas
nuestras pertenencias. Ahora no tenemos nada", explica la joven
madre.
La familia sobrevive hoy gracias a
los alimentos proporcionados por las agencias de ayuda,
alimentos que les tienen que durar tres semanas.
"Todavía tiramos con lo que nos dieron: un poco de maíz,
aceite y harina de trigo. Pero ya casi se ha terminado. Las noches
son aterradoras. Estamos expuestos a la gente mala que ronda por la
noche y a los animales salvajes", dice Ibdio.
Garantizar servicios vitales para los niños
La familia de Ibdio es una de las muchas a las que
UNICEF está tratando de ayudar, no sólo en Dadaab, sinoen todo el Cuerno de África.
UNICEF ha aumentado el suministro de alimentos
terapéuticos listos para su consumo a los hospitales y
centros de nutrición en los campamentos de Dadaab y las comunidades
de acogida, ayudando a tratar a los numerosos niños que llegan y
sufren malnutrición aguda.
Para mejorar el acceso al agua potable en las
rutas de los refugiados, UNICEF también está apoyando el suministro
de agua potable en camiones. Hasta el momento se han distribuido
unos 20.000 litros de agua a los refugiados. Esto ha permitido a
las familias acceder al agua en intervalos regulares y ha mejorado
la situación de las comunidades de acogida establecidas en torno a
los puntos de distribución de agua.
En los campamentos, UNICEF está trabajando con otras
organizaciones para distribuir bidones, jabón y promocionar
hábitos de higiene saludables, con el objetivo de reducir
la amenaza siempre presente de los brotes de enfermedades. Unos70.000 niños han sido vacunadoshasta el momento contra el sarampión y lapolio.
Esta no es una crisis pasajera. Se necesita
ayuda inmediata, así como una estrategia a largo plazo. UNICEF se
propone construir 146 nuevos centros de enseñanza y aulas
en los campamentos para acomodar a los refugiados recién
llegados y aliviar la congestión en las escuelas ya existentes.
Estos centros estarán situados a las afueras del campamento, donde
viven muchos refugiados recién llegados.
Y para garantizar que quienes lleguen después de su espantoso
y complicado viaje sepan qué servicios están disponibles, UNICEF
también está trabajando con otros organismos en Dadaab para
asegurarse de que se han desarrollado las redes de
comunicación necesarias para informar a
los refugiados y las comunidades de acogida de losservicios disponibles en áreas como educación, salud y
protección social.
Esta combinación de servicios y el apoyo forma parte de una
operación más amplia que trata de mejorar la situación de los más
de dos millones de niños afectados por la sequía en el Cuerno de
África. Con cada vida salvada, y con todos los niños protegidos,
algo de la esperanza que madres como Ibdio están buscando tan
desesperadamente puede volver a aparecer.