La brecha digital impacta en la educación
No todos los estudiantes pueden acceder a Internet para seguir el curso escolar ni todos los que acceden lo hacen en igualdad de condiciones
En España, la declaración del estado de alarma debido al COVID-19 tuvo como consecuencia el cierre de los centros escolares de todo el país, por lo que más de diez millones de estudiantes de todos los niveles tuvieron que cambiar el pupitre por una pantalla de ordenador o una tablet. El proceso de aprendizaje dejaba el centro escolar para ubicarse en los hogares.
¿Un acceso universal?
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, nueve de cada diez hogares españoles tiene acceso a Internet; en el caso de los hogares con niños, este porcentaje asciende al 97%.
No obstante, si nos fijamos en el tramo de ingresos más bajos (900 euros mensuales netos o menos), el 9,2% de los hogares con niños carecen de acceso a Internet, lo que representa que cerca de 100.000 hogares no pueden conectar a la red. Por su parte, únicamente el 0,4% de los hogares con mayores ingresos (más de 3.000 euros netos al mes) no cuentan con acceso a Internet.
Por lo tanto, la brecha digital es ahora también educativa. Para conocer más sobre esta situación y su impacto en la infancia y la adolescencia, hemos contactado con centros educativos de nuestra red de escuelas colaboradoras y centros referentes en educación en derechos para conocer cómo viven esta situación diferentes familias.
El reto de los centros educativos para acercar la brecha
Mariví Terrón, jefa de estudios del CEIP Cristobal Colón de Madrid, asegura que “nosotros desde el primer día estamos trabajando con las familias ya que tenemos varios canales de comunicación: grupos de Telegram (para todas las familias) por niveles; los profesores tienen un canal a través del cual envían las tareas, vídeos, enlaces; otros profesores tienen plataformas como ClassDojo, que permite comunicación mediante un chat y envío de vídeos. Los padres pueden comunicarse por correo electrónico también con el centro para dudas u otras cuestiones”.
En este centro educativo, el profesorado y las familias mantienen, por lo general, un contacto fluido a través de los diferentes canales de comunicación previamente existentes. Para Mariví, por el tipo de alumnado del centro, considera que tener un ordenador en casa es casi un privilegio: “nuestro alumnado mayoritariamente se conectará a través del móvil de los padres o del ordenador. Pero hay un porcentaje (no sé decirte cual) que seguramente no hará nada, por falta de interés, por no estar en los canales de comunicación, o porque los padres no pueden ayudarles”.
“Alguna familia ha protestado diciendo que ellos no son profes y que no podemos pretender que sigan el ritmo habitual, además que ellos trabajan”, se lamenta Mariví. La brecha ya y no es solamente digital. En una situación excepcional de emergencia como la actual, en la que las escuelas permanecen cerradas, deben existir planes sólidos encaminados a garantizar la continuidad del aprendizaje, incluyendo medidas para la educación a distancia y el acceso a servicios esenciales para todos los niños, niñas y adolescentes.
Ordenador, tablet, móvil: No es lo mismo
Según un estudio del Comisionado de Infancia, uno de cada cinco niños del primer cuartil de renta vive en un hogar sin ordenador (20%), en comparación con el 0,9% del cuarto cuartil de renta: la falta de acceso a un ordenador es casi 20 veces mayor en los hogares más pobres. Además, en el cuartil más bajo de ingresos, menos de la mitad de los hogares con niños y niñas (48%) tiene acceso a una tableta. Según la encuesta del INE, todos los hogares que reportan tener una tableta tienen, además un ordenador, por lo que parece que este dispositivo es aún complementario.
Las familias más vulnerables tienen un acceso casi universal a la televisión y al teléfono móvil, por eso las iniciativas puestas en marcha a través de estos canales llegan prácticamente a toda la población. Sin embargo, se ven mucho más limitadas en el caso de ordenadores y tabletas, a pesar de que estos son dispositivos más adecuados para el estudio que el propio móvil. Este acceso desigual a dispositivos digitales redunda en que uno de cada cinco niños y niñas de los hogares menos aventajados no tenga acceso a un ordenador en el que poder hacer los deberes, alerta el Comisionado contra la pobreza infantil.
Alternativas educativas para momentos críticos
En el CEIP Pedro Simón Abril de la Línea de la Concepción (Cádiz) están en contacto con casi todas las familias del centro, nos cuenta José Manuel Márquez. En este centro educativo utilizan las herramientas digitales y las redes sociales para seguir trabajando su proyecto de inteligencia emocional, el cole de las emociones. Se trata de una iniciativa que busca apoyar a las familias con materiales y actividades sobre cómo afrontar el miedo o el enfado, entre otras situaciones. La gestión emocional de los niños y niñas y sus familias resulta ahora de vital importancia.
José Manuel nos comenta que la comunicación con las familias más vulnerables es ahora más complicada debido a la falta de medios digitales y, también, por la escasa implicación o interés de algunas familias. A pesar de estas dificultades, el profesorado realiza un mayor esfuerzo para comunicarse con determinadas familias a través del teléfono móvil, transmitiendo pautas de trabajo con los niños.
“La prioridad de estas familias es comer”
En Málaga, en el CEIP Manuel Altolaguirre viven una situación parecida. Miguel Ángel Muñoz, director de este centro educativo situado en la barriada malagueña de Palma-Palmilla, nos cuenta que el objetivo principal del equipo docente es que el alumnado no pierda sus hábitos: que mantengan sus actividades cotidianas en sus respectivos horarios, así como continúen con actividades de lectura y escritura. Miguel Ángel considera que ahora no es oportuno sobrecargar de tareas a las familias, ya que la actual situación es ya lo suficientemente estresante.
En este colegio malagueño utilizan diferentes herramientas para comunicarse con el alumnado, por ejemplo a través de un blog de recursos educativos y de diversas aplicaciones y redes sociales, como Zoom, Facebook, Instagram o Twitter.
El gran reto es llegar a las familias más vulnerables, tanto aquellas que no pueden como a las que no quieren acceder a estas herramientas digitales. “La prioridad de estas familias es comer”, dice el director del centro. Este colegio reparte comida dos veces a la semana para 114 familias. Aprovechando la entrega de estas bolsas con alimentos, el centro prepara y entrega una hoja de actividades para que los estudiantes puedan continuar en casa con su aprendizaje.
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