Gracias a ti
Por Gustavo Suárez Pertierra
Presidente de UNICEF España
Nunca olvidaremos el año 2020. Solo la Segunda Guerra Mundial dejó un poso más profundo de devastación en la salud y la economía del planeta. En España no conocíamos algo similar desde la Guerra Civil. Un virus microscópico trastocó profunda y dramáticamente nuestras vidas y nuestro bienestar.
Fueron meses duros de confinamiento, aprendimos a vivir de forma distante, enmascarada, lejos de muchos de nuestros seres queridos, pegados a una ventana, con el trabajo en el salón, la escuela en una tableta y la amistad a través de una videollamada.
Tiempos difíciles, sin duda. Pero, creedme, nada comparado con los que padecieron y siguen padeciendo millones de personas en todo el mundo que han visto como su precaria situación social, económica y sanitaria se veía agravada radicalmente por los estragos provocados por la pandemia. Una pandemia que, además, ha puesto de manifiesto las profundas desigualdades que han existido durante demasiado tiempo.
Y entre esa parte más afectada de la población por la COVID-19, los más perjudicados por los confinamientos, el cierre de escuelas, el mayor riesgo de sufrir abusos, los problemas de salud mental y la interrupción de servicios fueron, y siguen siendo, los niños, niñas y adolescentes más vulnerables.
En esas complicadas condiciones se desarrolló el trabajo de UNICEF a lo largo de 2020. Nos ayudó mucho nuestra experiencia en emergencias de todo tipo; y alcanzamos unos resultados esperanzadores, logrados con la ayuda de todos nuestros socios y aliados. Entre esos resultados –que encontrarás en esta memoria– me gustaría resaltar el referente a las vacunaciones. A pesar de los confinamientos, de la emergencia sanitaria, del cierre de puertos y aeropuertos, de los problemas logísticos, de las dificultades dramáticas de los sistemas nacionales de salud –tan precarios en muchos países–, a pesar de tantas adversidades, UNICEF vacunó en 2020 a casi la mitad de los niños y niñas menores de 5 años en todo el mundo, lo que se traduce en 1.900 millones de dosis de vacunas. Esas vacunas significan vida y supervivencia. Lo son también las que en tiempo récord se han habilitado contra la COVID, y en ese sentido lideramos el mecanismo COVAX para que 92 países de ingresos medios y bajos dispongan cuanto antes de las dosis necesarias para inmunizar a su población.
La ingente labor de la organización en este año complicado quedó reflejada en nuestro país con la histórica llegada de suministros que pusimos a disposición de las autoridades sanitarias para luchar contra la pandemia. También dimos apoyo para minimizar el impacto de la COVID en la infancia de nuestro país en los ámbitos del bienestar, la pobreza, la salud física y mental, la educación, la protección y la participación infantil.
Un enorme esfuerzo –con el sello de la transparencia siempre como compañero de viaje– que ha dado, pese a las dificultades, grandes resultados. Pero no podemos dejar de esforzarnos, y no lo haremos, para que esos resultados se extiendan a todos de forma equitativa.
Creo que lo vivido en 2020 puede servirnos para entender que solo un mundo globalmente solidario podrá acabar con la desigualdad, la pobreza y la injusticia que afecta todavía a demasiados millones de niños y niñas. Puede que fuera el año de “mirarse el ombligo”, de superar las dificultades más locales y cercanas, pero debemos hacer todo lo posible para que la apuesta por una cooperación y una ayuda sin fronteras nos sirva para emprender una recuperación que hasta el momento ha sido extremadamente desigual.
Vivimos tiempos extraordinarios. Y, gracias a vosotros, a cada socio, cada empresa, cada administración, cada asociación y organización, cada medio de comunicación aliado de UNICEF, embajadores y amigos, seguidores en nuestras redes, que os habéis volcado en la defensa de los derechos de la infancia durante los 75 años de historia de la organización, estoy convencido de que aprovecharemos este momento para reimaginar un mundo mejor para las niñas y niños con esperanza y optimismo.