¿Qué hace especial a una escuela en derechos?
Educar en derechos es algo más que enseñar los derechos: una escuela comprometida con los derechos de la infancia los convierte en la base de su proyecto educativo, impulsa que la comunidad educativa los viva en el día a día y hace a los propios niños y niñas partícipes del cambio.
Podemos resumir las características que definen a una escuela que promueve los derechos de la infancia en 9 puntos clave:
1. Se compromete con el desarrollo de cada estudiante hasta el máximo de sus posibilidades.
Independientemente de su origen, personalidad, color de piel, ideología de sus padres, aptitudes u otras circunstancias. Su comunidad educativa sabe que la Convención de los Derechos del Niño es para toda la infancia, en todo momento, en cualquier circunstancia y siempre y lo practican cada día.
2. Promueve en cada alumno el reconocimiento de sí mismo y de los demás como personas con dignidad.
Los derechos de la infancia no son individuales ni privativos: nos ayudan a vivir en sociedad y a ser tolerantes y respetuosos con los demás. No es posible transmitir adecuadamente el valor de un derecho a un niño, niña o adolescente si no somos capaces de mostrarle también las responsabilidades que ese derecho conlleva y la importancia de tener en cuenta los derechos y la dignidad de todas las demás personas.
3. Fomenta que educadores y familias guíen y orienten a niños, niñas y adolescentes en el ejercicio de sus derechos y responsabilidades.
Los adultos tienen una responsabilidad especial en el cumplimiento de los derechos de la infancia. No sólo deben conocerlos, promoverlos y defenderlos, sino que tienen que poder ayudar a los más pequeños a comprenderlos y ponerlos en práctica.
4. Promueve un entorno que fomenta la igualdad, el respeto por la dignidad de las personas, la salud y la convivencia pacífica.
Un centro educativo que ha sido capaz de integrar los derechos de la infancia en su día a día, ha recorrido ya gran parte del camino necesario para mantener un buen clima escolar. Cuando la comunidad educativa es capaz de interiorizar un enfoque de derechos, muchos de los conflictos cotidianos son más fáciles de abordar.
5. Adopta las medidas necesarias para garantizar la protección frente al maltrato, las humillaciones y los abusos.
Los centros educativos y su personal docente y no docente son claves en la protección de la infancia frente a la violencia. En colaboración con las familias y los propios estudiantes, pueden impulsar acciones de educación y prevención y, si surgiera algún problema, pueden trabajar en colaboración con otros organismos e instituciones competentes para garantizar el derecho de todos los niños, niñas y adolescentes a vivir en entornos física y emocionalmente seguros.
6. Promueve que niños, niñas y adolescentes disfruten de su libertad de información, creencias, expresión y participación.
La libertad de expresión y la participación suponen una doble responsabilidad para la escuela. Por un lado es necesario garantizar su ejercicio en el centro escolar, facilitando las herramientas y canales adecuados para su desarrollo a cada edad. por otro lado, la educación es clave para que niños, niñas y adolescentes adquieran las competencias necesarias para poder ejercer su derecho a la información, la opinión, la libertad de expresión y la participación de manera crítica, informada y libre.
7. Garantiza la protección frente a cualquier forma de discriminación.
La igualdad es uno de los principios rectores de la Convención sobre los Derechos del Niño. Los centros educativos tienen que ser lugares libres de discriminación y, al mismo tiempo, educar en actitudes no discriminatorias a su alumnado y fomentar actitudes de equidad, igualdad de trato y respeto a las diferencias dentro de la comunidad educativa.
8. Impulsa la formación de ciudadanos comprometidos con el cumplimiento de los derechos humanos en todo el mundo.
Lo que se aprende en la escuela no se queda en la escuela y el reconocimiento de los derechos propios y ajenos, la solidaridad y la búsqueda de un mundo más justo y sostenible, tampoco. Como parte de los aprendizajes que nuestros alumnos adquieren, también se encuentra la motivación y capacidad para llevar lo aprendido sobre la defensa de los derechos a otros entornos.
9. Defiende el derecho de la infancia a disfrutar del juego y a participar en la vida cultural y las artes.
El juego, el tiempo libre y la posibilidad de disfrutar del arte, la cultura y la naturaleza no son derechos secundarios. Son parte integral del desarrollo de toda persona y posibilitan una vida plena y saludable y relaciones más positivas con los demás. Defender el derecho al juego y el tiempo libre, implica también aprender a disfrutarlo de manera consciente y constructiva, valorar el descanso y adquirir las herramientas que nos permiten crecer social y culturalmente.
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